La localidad de Fuentes de Oñoro, Arciprestazgo de Argañán, ha acogido el segundo de los retiros de fin de curso. Presidido por el Obispo Administrador Apostólico, Mons. Jesús García Burillo, todo ha girado en torno a la familia pues no en vano, el objetivo pastoral de este curso lleva por título: ‘Iglesia y familia: acompañar, discernir, integrar’.
Estos encuentros siguen un esquema común, todos comienzan con la oración y las palabras de don Jesús que hoy, ha ahondado sobre la particularidad de cómo actúa Jesús con las mujeres.
Contextualizó, en un primer momento, la situación social de la mujer en Israel en tiempos de Jesús, recogiendo esa discriminación práctica entre el hombre y la mujer. Entre los ejemplos que atestiguan esa afirmación están que la mujer no podía ser testigo en los juicios, ni tampoco podía adquirir bienes o heredad de su marido. Tampoco se permitía que actuaran jurídicamente pues la personalidad jurídica la tenía el marido
D. Jesús destacó durante su intervención que Jesús las trataba en público, con escándalo de los fariseos. Además, las cura, le siguen en la vida pública y confía una misión importantísima a María Magdalena, convirtiéndose en la primera mujer apóstol, Apóstol de Apóstoles.
De igual modo, las pone como ejemplo: El Reino de los cielos se parece a una mujer que amasa; Las mujeres prudentes son las que participan en las Bodas con el Esposo. Admira su fe y les invita a no pecar más: adúltera condenada por los sacerdotes.
Tampoco dejó de hacer referencia a que son las mujeres, protagonistas en la Pasión del Señor.
D. Jesús manifestó que Jesús supera la división de sexos: “Ya no hay hombre y mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo” (Gal 3,28).
De este modo, la mujer es igual al hombre: “Quiero que los hombres oren en todo lugar De igual modo, las mujeres…” (1 Tim 2,9), al tiempo que las invita a permanecer vírgenes, como a los hombres no casados: “A los no casados y a las viudas les digo: permaneced como yox” (1Co 7,3)