Asamblea Diocesana

 Junio de 2014

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Carta-envío del obispo con motivo del fin de la Asamblea Diocesana

Como obispo, padre y hermano, “ante todo, doy gracias al Señor por todos vosotros” (Rm1, 8). Vuestra presencia e implicación, durante la Asamblea Diocesana, han sido un regalo para mi ministerio, porque en la sencillez de nuestros encuentros me habéis hecho sentir, como decía San Agustín, que, “con vosotros, soy cristiano; y, para vosotros, obispo”. Con gozo y con responsabilidad.

Hemos experimentado juntos que el Espíritu ha soplado y nos ha invitado a “dejar a Dios ser más Dios”, y nos ha llamado a ser, en su Iglesia, hijos en el Hijo, hermanos en su mismo Amor, y enviados en su misma Misión. Como en el libro del Apocalipsis, “hemos escuchado lo que el Espíritu dice a su Iglesia”: que nos dejemos transformar en el hondón de nuestro ser; y que experimentemos “el gusto espiritual de ser pueblo”, como luz, sal, y fermento; para empujar la marcha del Reino de Dios, para renovar esta Iglesia y para transformar desde el Evangelio nuestra tierra.

El Papa Francisco ha escrito que: “Cristo llama a la Iglesia, peregrinante, hacia una perenne conversión de comunión misionera”. Dejemos que el Señor, con su Espíritu, transforme, no sólo nuestros corazones sino también nuestras estructuras pastorales. ¡No tengamos miedo! La situación que vivimos es un “kairós”, un momento de gracia, y un signo de los tiempos que, desde la fe, nos invita a la esperanza.

¡Pongamos todo en las manos de Dios! Para que, lo que el Espíritu “comenzó en nosotros, Él mismo lo lleve a buen término”. Que Él dirija en adelante nuestros pasos. Él, que, con amor desbordante, ha querido regalarnos, en esta Asamblea Diocesana, no sólo “desafíos” sino también ha acogido nuestros nombres y rostros, las palabras y los gestos, los modos de estar como familia y la celebración en “su mesa”, las risas y los cantos, la oración y los horizontes de un futuro comprometido…

Seamos discípulos y misioneros que renuncien a la comodidad, como el ciego Bartimeo, y que rehúyan al ser meros espectadores. Escuchamos el “dadles vosotros de comer”, como en la multiplicación de los panes en el monte; porque no es propio del enviado contribuir “al estancamiento infecundo de la Iglesia”. Y, siguiendo juntos las huellas del Señor, abramos de par en par las puertas de nuestro corazón y de nuestras comunidades para crecer en la alegría y en el ideal del amor fraterno, en su paz y en su justicia. ¡Que nadie nos robe la fe, el amor y la esperanza! ¡Que nadie nos robe la alegría del Evangelio!

Como obispo de esta Iglesia del Señor, que camina en Ciudad Rodrigo, os envío a evangelizar como Iglesia materna y de puertas abiertas. Y, hoy, como Pueblo de Dios, os pregunto:

 

1.- ¿Queréis participar activamente en comunidades eclesiales maduras, vivas y acogedoras, donde se experimente el amor fraterno de Jesucristo y se crezca en la fe y en la esperanza?…

2.- ¿Queréis ser creativos, abriendo, en fidelidad nuevos caminos de conversión misionera para el anuncio del Evangelio?…

3.- ¿Amaréis a esta tierra y a este pueblo, con profetismo, y estaréis cerca de nuestras gentes, tocando la carne de Jesús, pobre y llagada, y curando sus heridas?…

Con mi agradecimiento, mi afecto y mi bendición,

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo

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Raúl Berzosa: “La pregunta al final de la Asamblea Diocesana es, y ahora, ¿qué?”

1.- Para situarnos…

Queridos todos: gracias por el esfuerzo, ya casi final, en esta andadura de Asamblea Diocesana. Estamos en la penúltima etapa volante. ¿Cómo podemos resumir el momento presente?… Juntos, con el Espíritu Santo, hemos hecho visible el “nosotros” eclesial, en esta tierra y en este pueblo. ¿Para qué? – Para seguir caminando con fe, con esperanza y con amor, en comunión y corresponsabilidad, en sinodalidad. Y todo ello en una iglesia de puertas abiertas, en estado de misión evangelizadora y caritativa, porque se sabe buena samaritana…

Esta mañana, en este templo, suena de forma nueva el grito con el que iniciábamos hace nueve meses nuestra rica andadura: “¡PONEOS EN CAMINO!”…

Ahora se puede comprender mucho mejor el que hay momentos en la vida de una persona y de una comunidad o, en este caso, de toda una Diócesis, en los que se debe hacer un alto en el camino. Y ello, no para detenernos y plantarnos con nostalgia, mirando sólo el pasado; tampoco un stop para mirar sólo al horizonte esperando del futuro lo único novedoso y lo que supuestamente será lo mejor. En ocasiones, como hemos hecho en este curso pastoral, es conveniente y necesario detenernos para recobrar fuerzas, para valorar lo andado, para celebrar juntos y encontrar nuevos compañeros de camino, para tender una mano a los que quedaron rezagados o a los que tomaron otros derroteros, para resituarnos si fuere necesario, y, sobre todo, para seguir avanzando por donde el Espíritu Santo desee llevarnos. Porque la Iglesia no es nuestra: es del Señor Jesús. Y porque nuestra vida no es nuestra: es regalo del Dios Vivo, Uni-Trino.

        

2.- Una Asamblea Diocesana con cuatro etapas…

La Asamblea Diocesana, a la que todos fuimos invitados y convocados, y en la que todos nos implicamos y comprometimos, tuvo cuatro grandes etapas; como sucedió en la experiencia de los discípulos camino de Emaús (Lc 24,13).

Una primera etapa preparatoria, que se desarrolló desde Junio a Noviembre del 2013, en la que dialogamos, oramos y tomamos conciencia de lo que significaba dicha Asamblea Diocesana. Desde las parroquias y los siete arciprestazgos, nos pusimos en camino…

Una segunda etapa, central, tuvo lugar desde Diciembre-2013 a Abril-2014. En ella, las tres grandes vocaciones o estados de vida (laicos-consagradas-sacerdotes), en tres sesiones diferenciadas y con tres ponentes en cada caso, rezamos y reflexionamos sobre tres grandes temas o pilares: 1.- El misterio de nuestra identidad (“desde donde somos”); 2.- La experiencia de Comunión-comunidad y eclesialidad (“en donde somos”); 3.- Y el compromiso evangelizador (“para donde somos”), para una presencia pública y caritativa, en su doble dimensión: la asistencial (“dar peces”) y la promocional (“enseñar a pescar”).

Una tercera etapa, a la que podemos denominar propiamente “Asamblea Diocesana”, está teniendo lugar entre Mayo y Junio del 2014. Cristianos y cristianas de toda nuestra geografía diocesana, ayudados por tres expertos, estamos trabajando y abonando aún más lo reflexionado y redescubierto en las fases anteriores, sabiendo buscar, en un clima de sano pluralismo, la unidad en lo esencial, la libertad en la duda y, en todo, la caridad. Como en la experiencia del camino de Emaús, el Señor está en medio de nosotros, compartiendo nuestra pequeñez y regalándonos el don de su Palabra y de su Espíritu. Y, lo más importante, ahondando y estrcehando el espíritu fraterno y eclesial que hemos venido gustando durante meses… Esto nos ha enseñado otra lección: “que tan importante son los contenidos como una forma sinodal de trabajar eclesialmente”. El ejercicio de votar simbólicamente hoy no se puede entender como una “asamblea a la búlgara o un evento político”, sino como un reforzar y hacer visible la comunión de forma responsable y personal. El voto de hoy no será un simple ejercicio asambleario o meramente autorreferencial y egocéntrico, sino el hacer sonar una nota acorde en la gran sinfonía diocesana. Nota pequeña, la de cada uno, pero necesaria para que seguir caminando como Iglesia.

Finalmente, nos resta una cuarta etapa: la Eucaristía final con el envío misionero. Dios mediante será el domingo día 15 de Junio. En ella, además de la experiencia fuerte de comunión que sólo la Eucaristía puede regalar, comprobaremos que las orientaciones y propuestas pastorales de la Asamblea subrayarán, como en Emaús, que dicha evento no era sólo para nosotros, sino que debemos compartirlo y anunciarlo con alegría y con renovada fuerza a todos los que formamos nuestra Iglesia diocesana y nuestra sociedad civitatense. Dichas orientaciones, servirán para elaborar futuros planes de pastoral diocesano. Conscientes de que todo es don y esfuerzo; primicia del Espíritu y respuesta personal y comunitaria. Él, el Señor, es lo primero. Nosotros, como siervos, secundamos sus iniciativas.

3.- Pregunta al final de la Asamblea Diocesana: y, ahora, ¿qué?…

Nos dice San Pablo en 1 Cor 12,4-8: “Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de acciones, pero es el mismo Dios que obra todo en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común… Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad no forman más que un sólo cuerpo así también Cristo. Vosotros sois su cuerpo”. A su luz, respondemos a tres preguntas:

 3.1. ¿Dónde estamos al final de la Asamblea Diocesana?…

Estamos en una Iglesia Diocesana, misterio de comunión para la misión, en plena y total sintonía con lo señalado por el Vaticano II, sumergida en el Tercer Milenio y, en estos momentos, comprometida en el proceso de Nueva Evangelización y de conversión pastoral-misionera, anunciado por los Papas Juan XXIII y Pablo VI, solicitado por el Papa Juan Pablo II, revitalizado por el Papa Benedicto XVI, y asumido, concretado e impulsado por el Papa Francisco.

3.2. ¿Qué camino recorreremos a partir de ahora?:

Como afirmaba Juan Pablo II, el que pasa por el hombre concreto de este pueblo y de esta tierra“El camino de la Iglesia es el camino del hombre” (RH, 1-5). Un hombre o mujer que también hoy tienen necesidad de Jesucristo y tienen el derecho a que se les redescubra su dignidad humana, su dignidad de Hijos de Dios, y el gran secreto de su existencia: “Estamos hechos para la felicidad y la plenitud en Dios” (RH ll; GS 22). Con un añadido del Papa Francisco muy potente: “Somos la carne misma de Jesucristo; a veces, una carne herida y llagada”.

                 

         3.3. ¿Qué hemos cargado, durante esta Asamblea, en nuestras maletas de viaje o en nuestras mochilas?:

         – Junto a un deseo sincero de renovación y una gran dosis de esperanza, mucha alegría y sinceros deseos de compartir algunas claves esenciales
de nuestra identidad cristiana:

  • La experiencia renovada de Fe personal y comunitaria.
  • Una vivencia fuerte de eclesialidad para evangelizar..
  • La necesidad de colaboración, de diálogo y de articulación de fuerzas y carismas (sinergia).
  • Una fuerte dosis de caridad-solidaridad y de esperanza.

Al final de la Asamblea Diocesana, el Espíritu Santo nos hará gustar de nuevo una Iglesia como hogar (“donde juntos crecemos y estamos a gusto”), escuela (“en donde todos aprendemos de todos”) y taller (“de experiencias de evangelización, en fidelidad y creatividad”). Traducido en cuatro dimensiones entrelazadas y complementarias: comunidad, anuncio misionero, celebración y compromiso. En ellas profundizaremos en esta penúltima jornada. La brújula, sin duda, para seguir caminando, incluso en la noche y entre la niebla, será ésta:

–          Norte: conversión personal y comunitaria a Jesucristo;

–          Sur: vivir la “diocesaneidad”, renovando parroquias y dinamizando los Arciprestazgos. Abriéndonos a las nuevas realidades eclesiales suscitadas por el Espíritu Santo.

–          Este: formación más adecuada para saber dar razón de lo que creemos, y calidad de oración para tener verdadera experiencia de Dios;

–          Oeste: Potenciar la presencia pública y evangelziadora de nuestra Iglesia en la sociedad y cultura nuevas, así como hacer patente el compromiso cristiano allí donde se fraguan dicha sociedad y cultura (familia, asociaciones, enseñanza, política, mass media, mundo obrero…).

 

4.- Un nuevo Pentecostés…

          El pasado domingo (1-6-2014) el Papa Francisco mantuvo un encuentro con miles de miembros de la Renovación Carismática Italiana. Era como la actualización de un nuevo Pentecostés. Me atrevo a resumir lo que les dijo, que, sin duda, sirve para nuestra Asamblea Diocesana. El Papa Francisco volvió a recordar que la Iglesia es como una orquesta, en la que cada instrumento es diferente pero todos son necesarios.

Lo importante, es renacer en el Espíritu Santo para llegar a ser como “una corriente de gracia en la iglesia y para la iglesia” y, por lo mismo, para el mundo de hoy. Y, a ese mismo Espíritu, debemos pedirle, como primer don, un enamorarnos de Jesucristo. Jesús nos cambia la vida y nos hace testigos de su Amor. A partir de aquí, un decálogo:

–          1.- Adorar a Dios el Señor con toda nuestra vida. No a otros ídolos. Sólo Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

–          2.- Cercanía a Jesucristo (en la oración y en la adoración) y, al mismo tiempo, cercanía a la gente (amarla y estar en medio de ella).

–          3.- Buscar la santidad de Vida en el Espíritu Santo, viviendo coherentemente según el Evangelio.

–          4.- La vida es para entregarla, no para guardarla en una caja fuerte. Evangelizar con nuestra vida y con la Palabra de Dios, testimoniando que Jesús está vivo hoy y aquí.

–          5.- Evitar la excesiva burocratización. Dejarnos guiar por la libertad del Espíritu Santo. No “enjaulemos” al Espíritu Santo. Ni tampoco queramos ser “controladores” de la gracia de Dios. Somos dispensadores; no controladores.

–          6.- Salir a las calles a anunciar el Evangelio, porque la Iglesia, desde Pentecostés, “es y se llama salida”).

–          7.- Acercarnos a los más pobres y los necesitados para tocar en su carne la carne herida y llagada de Jesucristo

–          8.- Buscar la unidad, que es fruto del Espíritu Santo, y que tiene su fuente en la Trinidad. Toda división es del diablo.

–          9.- Hacer posible “el ecumenismo espiritual” con los hermanos y hermanas de otras comunidades cristianas.

–          10.- Y, ya en la vida de cada día…

¨      Cuidar la familia, como verdadera Iglesia doméstica que es. Los esposos son pecadores, como todos, pero deben ir adelante en una vida de fe y de fecundidad para no caer en la crisis en la que el tentador quiere meter a la familia hoy.

¨      Saber unir nuestro sufrimiento al de Jesucristo.

¨      Valorar a los ancianos por lo que son: sabios y creyentes.

Un día más, a Santa María, Madre y Estrella de la evangelización y, sobre todo, al Espíritu Santo, en vísperas del gran día de Pentecostés, nos encomendamos. ¡Animo y fuerza a todos para recorrer la última etapa! ¡Muchas gracias a cuantos habéis participado activamente en la Asamblea y durante todo el año! ¡Gracias muy especiales a los responsables de las diferentes áreas y trabajos, coordinados bajo la paciente y generosa dirección del Vicario de Pastoral!

Para todos, mi bendición y mi más sincera enhorabuena, en Cristo,

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo

 Mayo de 2014

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Inaugurada la fase final de la Asamblea Diocesana

El obispo de la diócesis de Ciudad Rodrigo, Mons. Raúl Bezosa, fue el encargado de inaugurar la tercera y última fase de la Asamblea Diocesana que, en este mes de junio, llega a su fin. A continuación, el psicólogo Javier Barbero, pronunció la ponencia titulada ‘Creer, vivir evangélicamente y celebrar’. Al término de la misma, los participantes se reunieron por grupos para seguir debatiendo.

Estas son las palabras que D. Raúl pronunció en la tarde del viernes 30 de mayo:

Queridos todos:

Doy gracias al Señor de todos los dones por habernos permitido llegar a este día. Cuando nos pusimos en camino hacia la Asamblea Diocesana, en los últimos meses del año 2013, coincidíamos con los primeros meses del Papa Francisco. Entonces, como ahora, estábamos inmersos en una profunda crisis económica y en un preocupante debilitamiento del tejido social y eclesial. Pero, en el fondo, lo que más me preocupa, culturalmente hablando, es la denominada “antropología individualista” imperante, fruto de la globalización mal entendida que, como denuncia Luigi Zoja supone “la muerte del prójimo”. Todorov habla “de un hombre desorientado”. Y Alain Touraine ha subrayado que “estamos solos en el teatro de la vida” porque “los sujetos sociales se han licuado”, es decir, se han vuelto en muchos casos irrelevantes la familia, los partidos políticos, las asociaciones, etc).

Se habla del “fin de las sociedades”. Pero, sin ser pesimistas ni cargar las tintas, en este mismo panorama, a juicio de muchos autores, se situaba también la Iglesia: se estaba “licuando” por los casos de pedofilia del clero, por el Vatileaks, las luchas curiales, el IOR (banco vaticano) y hasta por la dimisión inesperada del Papa Benedicto XVI. Y, ya en nuestra Diócesis, es preocupante el envejecimiento de nuestras gentes (incluidos los sacerdotes), la despoblación rural, las bolsas de pobreza y el azote del paro…. A pesar de todo, nos pusimos en camino de sinodalidad, con tres preguntas: “¿Dónde estamos?… ¿Qué camino queremos recorrer?… Y ¿qué llevar en la mochila o maleta de viaje”?… O, si lo preferís, de forma mucho más resumida, “¿Qué podemos aportar como Iglesia, hoy, en este mundo globalizado?”… No nos bastan los documentos diocesanos “autoreferenciales”, narcisistas y localistas; ni tampoco sirve la resignación de convertirnos en “minoritarios o en minorías creativas”, como afirma Arnold Toymbee; ni siquiera nos consuela aceptar que “somos pequeños y grises”, y no sólo por el color del cabello de muchos de nuestros fieles practicantes, sino por la incapacidad de atracción y de empatía con el mundo de hoy. Hemos tomado conciencia de estar en “una sociedad distinta” y que, a la vez, deseamos, como Iglesia, seguir siendo lazo y comunidad, pueblo y red, familia y prójimo. Y a ello nos ha está ayudando, y mucho, el Papa Francisco. ¿Por qué? – Sin simplificaciones, tal vez hay que remontarse a lo ya acaecido con el Papa San Juan XXIII, cuando su secretario Mons. Capovilla se atrevió a exclamar: “Con este Papa se ha vuelto a poner en circulación el lenguaje de Cristo”. En nuestro caso, con el Papa Francisco, se ha establecido como una alianza nueva “entre el lenguaje y los gestos de un papa y su pueblo”. Y no es sólo un fenómeno mediático. Se ha producido lo que Abraham Heschel denominaba “religión de la simpatía”o de la empatía entre el Papa y su pueblo. El Papa Francisco ha dejado hablar al corazón, que es el que une e integra. Porque la razón, sin el sentir compasivo, tiende a dividir. Ésta fue también la actitud que se quiso reflejar en los textos del Vaticano II: la forma del Buen Samaritano, como expresó Pablo VI: “La actitud de fondo hacia el mundo contemporáneo, afirmaba, es la de un sentimiento de simpatía sin límites”.

El Papa Francisco ha denunciado el pesimismo postconciliar que hace inútil la misericordia o que, dando la espalda al mundo actual, refuerza sólo los valores de la moral, queriendo marcar las “diferencias”. Ya san Juan XXIII alertaba de “los profetas de calamidades” y subrayaba “que en el presente momento histórico, la Providencia nos está llevando a un nuevo orden de relaciones humanas”.

Según Andrea Ricardi, y otros analistas, “con el Papa Fracisco, se ha comenzado a volver a mirar el futuro de la Iglesia con más esperanza y al mundo con menos pesimismo. El papa está desarrollando una “cultura del encuentro” y de “la centralidad de los pobres en la vida de la Iglesia” (“iglesia de todos y particularmente de los pobres”, como ya expresó Juan XXIII).

¿Pero en qué insiste el papa Francisco, y que tiene validez para nuestra Iglesia en Asamblea Diocesana? – Se ha centrado en aspectos fundamentales y tal vez descuidados de la vida de la Iglesia: así, la centralidad del Evangelio antes que la de las estructuras o la de la moral. Como expresó en la entrevista al director de “La Civiltà Cattolica”, “debemos encontrar un nuevo equilibrio, de otro modo también el edificio moral de la Iglesia corre el riesgo de caer como castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio. La propuesta evangélica debe ser más sencilla, profunda, irradiante. Y de aquí, luego, vienen las consecuencias morales”. Este quiere también ser el mensaje de nuestra Asamblea. Pero no nos engañemos. Tanto el Papa, como en algunos sectores de nuestra Diócesis, hay resistencias. Las más significativas, las de los “hijos mayores”, como las de la Parábola del Evangelio, que se sienten interpelados por la insistencia del papa de “tener que salir a acoger a los alejados y de ser misericordiosos con los hijos menores que se han ido de casa”. El Papa grita una y otra vez: “Dios está en la vida de cada uno, aunque la vida de una persona haya sido un desastre”.

Volviendo a nuestra Asamblea Diocesana, en su fase final, y en la más pura línea conciliar y con el Papa Francisco, pedimos a nuestra Diócesis que el pueblo de Dios “se involucre y se sienta, de verdad,  como pueblo”. Frente al individualismo, o a la soledad de un hombre desorientado, es necesario recrear un pueblo (“un nosotros eclesial”) a partir de la Palabra de Dios y de su presencia entre nosotros; capaz de hacer posible una nueva primavera. Primavera que no es sinónimo de solucionar todos los problemas, que no llegará nunca, sino de reconocer el valor y la fuerza de la existencia cristiana. Primavera quiere decir, que la vida de nuestra Iglesia se vuelva atractiva y no se quede en “un grupo de personas selectas o envejecidas o en un nido protector”. Primavera quiere decir un cristianismo vivo, más allá de nuestros muros protectores, hablando al corazón de la gente y suscitando el deseo de Dios, especialmente en los jóvenes, y la esperanza, en los más desheredaos, invisibles o sobrantes de nuestra sociedad.

Con estos deseos sinceros, invocando al Espíritu, damos comienzo a esta fase final de la Asamblea. Muchas gracias a los ponentes tan cualificados de este fin de semana. Por cierto, D. Jesús Sastre se encuentra hospitalizado, según nos ha comunicado esta mañana. Le deseamos una pronta y total mejoría. Muchas gracias a todos por vuestra generosidad y por el esfuerzo continuado de todo un curso y que Dios os pague lo que, de otra manera, ni sabemos ni podemos hacer. Pidiendo la intercesión del Espíritu Santo y de María, nuestra Madre y estrella de la Nueva Evangelización. Queda inaugurada esta fase final de la Asamblea.

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo.

Comienza la fase final de la Asamblea Diocesana

El viernes 30 de mayo y el sábado 31 se celebrará la fase final de la Asamblea Diocesana en la Iglesia del Hospital de la Pasión y salones del mismo y del Colegio Teresianas. Hay inscritos 147 laicos, más los presbíteros (en torno a 60) y  las religiosas (25). Tras cada una de las ponencias de Javier Barbero, Jesús Sastre y Antonio Ávila se reunirán los participantes de cada arciprestazgo (laicos, religiosas y presbíteros en activo y jubilados) y consensuarán dos o tres propuestas para incorporar al documento final, fruto a su vez de las propuestas aportadas en los encuentros que se han celebrado todo el Curso. El viernes 6 de junio volverán a juntarse los participantes de cada arciprestazgo pero esta vez en la sede del mismo y teniendo en un documento todas las propuestas del día 30 y 31. En esta reunión todavía se añadirán más propuestas que se votarán todas el día 7 de junio. Una solemne eucaristía en la Catedral el domingo 15 de junio a las 7 de la tarde pondrá punto final a todo este proceso que marcará las líneas de acción pastoral de nuestra Diócesis para los próximos años.

Abril de 2014

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Mª Ángeles Infante cierra la segunda etapa de la Asamblea Diocesana

La Asamblea Diocesana sigue avanzando y en la jornada del sábado tuvo lugar la tercera de las ponencias destinadas a religiosas. De esta manera, se cerraba la segunda etapa de esta Asamblea con la conferencia pronunciada por Mª Ángeles Infante Barrera, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl, cuyo título era ‘La Audacia de la Caridad: Espiritualidad, inserción, pobre’. La tercera etapa se desarrollará los meses de mayo y junio y en la misma, se darán a conocer las conclusiones de las tres grandes vocaciones: presbíteros, laicos y religiosas.

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Marzo de 2014

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Ana Abril pronuncia la última de las ponencias para laicos

El salón Obispo Mazarrasa del Palacio Episcopal acogió el 29 de marzo la última de las ponencias para laicos dentro de la denominada Asamblea Diocesana. La encargada de pronunciar la disertación fue Ana Abril,  directora del Departamento de Análisis de los Servicios Sociales de Cáritas a nivel nacional, que se dirigió a los presente con la conferencia titulada  ‘Espiritualidad de ojos abiertos y compromiso’.

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Tomás Durán pronuncia una ponencia para presbíteros

El vicario de Pastoral de la Diócesis de Salamanca, Tomás Durán, participó como ponente en un nuevo encuentro de la Asamblea Diocesana. En esta oportunidad, se trataba de una charla dirigida a los presbíteros que tituló ‘Espiritualidad Apostólica’. El próximo sábado tendrá lugar una nueva ponencia, en este caso, para laicos.

Febrero de 2014

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Los laicos toman la palabra

El Curso Pastoral 20133-2014 está suponiendo un importante reto para la Diócesis de Ciudad Rodrigo, de hecho, tal y como sugiere el Vicario de Pastoral, José Manuel Vidriales, “es un acontecimiento eclesial privilegiado” que se haya convocado una Asamblea Diocesana.   El obispo de la Diócesis, Raúl Berzosa, hacía allá por el mes de septiembre una llamada a los laicos, a las religiosas y a los presbíteros: “Poneos en camino”, una invitación a hacer camino juntos, “con la corresponsabilidad y con la participación generosa y responsable de todos”, según Vidriales.   El propio Vicario resume qué es la Asamblea señalando que “busca hacer llegar al obispo la voz de la comunidad eclesial, para ofrecerle la oportunidad de escucharla directamente, como servicio al discernimiento evangélico, propio del carisma episcopal. Además, es una instancia privilegiada para revisar y estimular la marca de la Pastoral de la Diócesis y conocer si el proyecto evangelizador diocesano responde a los retos cambiantes de nuestra sociedad”.   La Asamblea tiene marcado un itinerario muy claro y entre los meses de septiembre y octubre se ha desarrollado la denominada fase de sensibilización. En la misma, se han incluido los consejos diocesanos, la visita a las comunidades religiosas, la entrevista del obispo con los presbíteros y dos “catequesis de la comunidad” en las parroquias.   En la actualidad, y desde el pasado mes de diciembre, la Asamblea ha subido al segundo peldaño con la fase de discernimiento. En este punto, se han organizado encuentros diferenciados de los tres grandes carismas (laicos, religiosas y presbíteros) en Ciudad Rodrigo.   Cada uno de los tres encuentros mantenidos ha tenido una estructura similar por lo que siempre se ha contado con una ponencia específica. En el caso de los laicos, el matrimonio formado por Gema y Guenther Boelhoff hablaron de “La identidad del laicado: vocación y misión” y de su experiencia en la comunidad a la que pertenecen en Valladolid. En palabras de Vidriales, “todos los ponentes son personas cualificadas teológicamente” y el objetivo de estas charlas es que “nos ayuden a orar, a reflexionar a conversar y que salgan propuestas operativas de futuro para nuestra Iglesia”.   El segundo de los encuentros, también en el mes de diciembre, ha sido el de los presbíteros, y en el mismo participó Juan Luis Martín Barrios, director del secretariado de Pastoral de la Conferencia Episcopal Española, con la ponencia “Identidad del presbítero diocesano: vocación y misión”. El tercero de los encuentros ha sido el de las religiosas de vida activa en el que participó como ponente Marisa Moresco, Carmelita de la Caridad de Vedruna, y habló sobre “Vocación y misión de la vida religiosa en la Iglesia Diocesana”.   El sábado día 15, tenía lugar el segundo de los encuentros para los laicos, en el que participó Rafael Serrano, como ponente. Destacó la gran cantidad de asistentes.   Por delante quedan nuevos encuentros de las tres grandes vocaciones en la sede diocesana con ponencias y trabajos; los encuentros de oración, reflexión y comunicaciones en cada Arciprestazgo; las “catequesis de la comunidad” en cada parroquia o grupo parroquial, para llegar a la tercera y última fase, la de celebración que se realizará los días 30 y 31 de mayo y 6 y 7 de junio. Se concluirá con una gran celebración eucarística en la Catedral el domingo 15 de junio.

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Luis Argüello, vicario general de la Diócesis de Valladolid, participa en un encuentro con presbíteros

El Salón Obispo Mazarrasa del Palacio Episcopal, ha acogido un nuevo encuentro diocesano de presbíteros incluido dentro de la denominada Asamblea Diocesana. En esta ocasión, el ponente fue Luis Argüello, vicario general de la Diócesis de Valladolid. Dentro de la Asamblea Diocesana, entre otras acciones, se incluyen reuniones diferenciadas entre laicos, presbíteros y vida consagrada. El próximo día 15 será turno de nuevo para los laicos.

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Nuevo encuentro de la Vida Consagrada

El Salón Obispo Mazarrasa del Palacio Episcopal ha acogido esta mañana un nuevo encuentro que se enmarca dentro de las acciones de la Asamblea Diocesana. Además de las reuniones conjuntas, hay una serie de conferencias muy específicas, dedicadas a cada uno de los carismas. En este mañana, el turno ha sido para la Vida Consagrada que han podido escuchar la ponencia de la teresiana, Mariola Iglesias.

Diciembre de 2013

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Celebrado el Primer Encuentro de laicos de la Asamblea Diocesana

Hoy 6 de diciembre se ha celebrado el primero de los tres encuentros de laicos que habrá a lo largo de este Curso Pastoral correspondientes a la fase de discernimiento de la Asamblea diocesana. Han sido 136 las personas que, provenientes de los siete arciprestazgos que comprende la Diócesis, han tomado parte en el Encuentro. Tras una oración tuvo lugar la ponencia que ofrecieron el matrimonio Gemma Muñoz y Guenther Boelhoff Carbajo, dos laicos que viven su fe en una comunidad de Valladolid. Estuvo centrada la ponencia en la identidad del laicado: vocación y misión. Partiendo de la eclesiología del Concilio Vaticano II hablaron de la Iglesia entendida como “Pueblo de Dios” y de los dos ejes que constituyen la fe cristiana: Comunión y misión. De ahí se deriva la identidad de los laicos como cristianos que están en el mundo llamados a “ordenar las cosas temporales según Dios”. Los laicos son llamados y enviados a evangelizar. Participan de la única misión de la Iglesia. Tras el primer planteamiento teórico pasaron a concretar esta misión ofreciendo una serie de consecuencias prácticas. Entre otras las siguientes: -Ecumenismo intraeclesial. -Salir hacia los demás. -Aceptación del pluralismo social. -Ser hombres y mujeres que cultivan su interioridad. -Escuchar la Palabra a solas, en comunidad y en familia. -Proclamar la Palabra. -Austeridad, sensibilidad y solidaridad efectiva con los excluidos. -Pastoral del encuentro. Pastoral de acompañamiento.   Tras un tiempo de reflexión personal en clima de oración siguió la comida en el Seminario diocesano. Posteriormente se pasó al trabajo por grupos para continuar con la puesta en común, diálogo abierto y concluir con la Celebración de la Eucaristía presidida por el sr Obispo en el mismo salón Obispo Mazarrasa del Obispado donde se celebró la ponencia.   Durante este mes de diciembre se celebrará otros dos encuentros. El primero será de sacerdotes el sábado 14 y el siguiente el de religiosas el sábado 21.

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Conferencia para presbíteros de Juan Luis Martín Barrios 

El salón Obispo Mazarrasa acogió la ponencia de Juan Luis Martín Barrios, director del secretariado de Pastoral de la Conferencia Episcopal Española, dentro de los actos organizados con motivo de la Asamblea Diocesana.

En esta jornada participaron 56 sacerdotes y el título de la ponencia fue: ‘Identidad del presbítero diocesano: vocación y misión’.

El sacerdote invitó a «escuchar, acoger y practicar» y apostó por «la iglesia civitatense al encuentro de la sociedad charra, en esta hora y en esta tierra».   En su conferencia, Martín Barrios se refirió a cuestiones concretas como la obediencia, la pobreza o la castidad y propuso «tareas» concretas a los presentes como «ser maestros y discípulos al mismo tiempo», y a «estar atentos a los signos de los tiempos que son ‘sorpresas’ del Señor en nuestras vidas».    

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Encuentro de religiosas

Dentro del marco de la Asamblea Diocesana, este sábado 21 de diciembre, han continuado las ponencias, en este oportunidad, destinadas a las religiosas. El salón Obispo Mazarrasa ha vuelto a ser el punto de encuentro en el que se han dado cita casi 40 monjas de la Diócesis y que han estado acompañadas por el señor Obispo y por varios sacerdotes. La ponente era María Luisa Moresco, Carmelita de la Caridad de Vedruna, que habló sobre: Identidad de la vida religiosa: vocación y misión”.