Concluyen los retiros arciprestales de fin de curso en la Ribera

En Barruecopardo ha tenido lugar el último de los retiros de este trimestre dedicados a la familia, conforme al objetivo pastoral de este curso pastoral. Como ha sucedido en todos los anteriores, lo ha dirigido el Obispo Administrador Apostólico, Mons. García Burillo, acompañado por el Vicario de Pastoral D. Gabriel Ángel Cid. La nota curiosa se produjo antes de comenzar el retiro pues el obispo y el vicario tuvieron una avería por el camino y la cita comenzó con cierto retraso. 

El Arcipreste de La Ribera, D. Jean Claude Bizimungu ha reportado las acciones principales que han tenido lugar este curso afectado por la pandemia, en el que se han mantenido, a pesar de las dificultades, las acciones litúrgicas, las catequesis, la ayuda a las familias necesitadas y otras. Ha participado también D. Joseph Zinsou Gbenoukpo, que próximamente recibirá al Obispo en Barceino para confirmar a cinco muchachos y D. Miguel Ángel García Miguel.

Don Jesús se ha centrado en el Evangelio de la familia a tantos hogares como los datos del INE nos inclinan a pensar que están fuera del ideal cristiano. Lo expone el Papa Francisco en el comienzo de su Exhortación: “La alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia”. Como respuesta al anhelo de familia que permanece vivo sobre todo entre los jóvenes, “el anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una buena noticia” Es decir, un evangelio.

Con otras palabras: ¿Qué es lo más importante que una familia cristiana puede ofrecer a otros modelos de convivencia familiar? La familia cristiana puede ofrecerles la alegría vivida en su familia, efecto de un amor transformado por el gran amor de Cristo a esa familia, recibido en el sacramento y mantenido diariamente. El testimonio, tácito o expresado con palabras, es el evangelio de la familia, la mejor propuesta que la familia cristiana ofrece hoy a la sociedad. Mi familia es feliz porque participa del amor grande que le regala Cristo, instalado en el corazón de esa familia.

En todo caso, la familia cristiana ha de ofrecerse a acompañar a cualquier familia necesitada de ayuda, del tipo que sea. Ayuda de amistad, de acompañamiento en los momentos difíciles, ayuda psicológica, espiritual, económica si es necesario. Sobre ese acompañamiento la familia cristiana puede emprender un proceso que la llevaría a una integración en la comunidad cristiana del modo que eso sea posible.

Después de un tiempo de adoración, el arcipreste ha expuesto las actividades llevadas a cabo en el curso, sobre lo cual se ha dialogado, insistiendo en las dificultades del momento.

El retiro ha terminado con los mejores deseos de descanso y la preparación al próximo curso, que estará centrado en la participación en los trabajos para una Iglesia Sinodal.