Monsagro celebra a los beatos locales, Fray Pedro Luis y Fray Vidal Luis Gómara

La Parroquia de Monsagro ha celebrado en esta jornada de viernes a los beatos locales, Fray Pedro Luis Luis y Fray Vidal Luis Gómara. La Eucaristía ha estado presidida por el párroco de la localidad, D. Efraín Peinado.

Por su parte, Beato Fray Pedro Luis Luis nació  el 11 de septiembre de 1915 en Monsagro, bautizado al día siguiente, confirmado el 10 de mayo de 1918; quedó huérfano de madre cuando contaba 3 años, y se educó con su abuela materna. Desde niño estuvo muy inclinado a lo religioso.

Según recoge la página web de Samuel Miranda, en 1928 ingresó en la escuela apostólica de Las Caldas de Besaya y pasó en 1931 a la de Corias, pero le sobrevino una enfermedad que le obligó a volver al pueblo. Durante un año ayudó a su padre en el pastoreo y, pastoreando el rebaño, se acercaba al santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia, cercano a su pueblo. En el verano de 1932 conversó a diario con los frailes dominicos y decidió pedir el ingreso como hermano cooperador. En el convento de San Esteban de Salamanca hizo su profesión el 9 de diciembre de 1934. Buen religioso, muy mortificado, prestó servicios en la ropería.

En enero de 1935 lo destinaron a Las Caldas de Besaya y continuó allí su vida ejemplar, afable, jovial, estimado y querido de todos. Con sus hermanos de comunidad recibió el martirio arrojado al mar en la bahía de Santander en la noche del 22 al 23 de diciembre de 1936.

En el caso del Beato Fray Vidal Luis Gómara, también nacido en Monsagro, ingresó en la escuela apostólica dominica de Corias (Asturias); tomó el hábito en 1907 y, un año después, emitió su profesión. Cursó Filosofía en Corias y Teología en Salamanca, ordenándose como sacerdote en 1915. Con el oportuno permiso celebró su primera misa ante el Santísimo Expuesto y entonces se ofreció como víctima expiatoria por las blasfemias y sacrilegios a la Eucaristía. Asignado al colegio de Villava (Navarra) donde comenzó a escribir una obra que tituló «Los dominicos y el arte»; intervino con éxito en la fusión de las dominicas de Villava con la congregación de la Sagrada Familia, fundada en Canarias por el Siervo de Dios José Cueto, O.P. En 1928 lo destinaron al colegio de Vergara (Guipúzcoa), donde publicó otros escritos, al año siguiente al convento de Santo Domingo el Real de Madrid donde se dedicó al apostolado social y entre la juventud. En 1935 pasó a San Esteban de Salamanca con la misión de restaurar el santuario de la Peña de Francia.

   El 17 de julio de 1936 hizo un viaje a Madrid y, el 18, cuando se hallaba en un autobús para regresar a Salamanca, se presentó un desconocido que necesitaba urgentemente viajar en aquel medio público y no tenía billete, le entregó el suyo con la esperanza de tomar otro autobús al día siguiente, pero ya no pudo salir de Madrid. Pasó al menos quince días sin domicilio, durmiendo por los bancos de la calle y otros lugares, pero al fin fue acogido en una casa, donde celebraba todos los días. En la vida clandestina brilló por su celo en llevar la Eucaristía a otras víctimas de la persecución; no aceptó la oferta que le hicieron de pedir para él refugio en una embajada porque, «para un soldado de Cristo —decía— era un honor morir en acto de servicio sacerdotal». Asistiendo a la Iglesia perseguida tuvo una premonición que le dio certeza de su martirio próximo, y quería aprovechar el tiempo llevando la comunión a cuantos pudiera.

   En este ministerio fue detenido el 4 de octubre y confesó sin rodeos que era fraile dominico, lo llevaron a la comisaría del Congreso, el 9 de octubre lo pusieron a disposición de la Dirección General de Seguridad y, al día siguiente, recluido en la cárcel Modelo, donde estuvo dedicado a la meditación y rezo del rosario fue objeto de frecuentes torturas con la punta de una navaja. El 15 de noviembre lo trasladaron a la cárcel de Porlier. Consumó su martirio el 18 de noviembre de 1936 en Paracuellos del Jarama (Madrid). Fue beatificado el 28 de octubre de 2007 por SS Benedicto XVI.