Mons. Retana: “Sería muy necesario que tuviéramos presente el Espíritu Santo”

La Capilla Mayor del Seminario ha acogido esta tarde de viernes, el Encuentro de fin de curso de los arciprestazgos de Ciudad Rodrigo y Argañán, que ha estado presidido por el Obispo de Ciudad Rodrigo, Mons. José Luis Retana.

Tras la oración inicial, don José Luis ha ofrecido una meditación que ha estado centrada en el Espíritu Santo como protagonista de la evangelización.

En primer lugar, ha dejado claro que todas aquellas cosas que pensamos que hacemos nosotros mismos, “es el Espíritu Santo el que las sustenta, el que tiene la llave de la Iglesia”.

La relevancia del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento “es muy grande” a pesar de que en ocasiones, “su papel parece irrelevante en nuestra espiritualidad individual y comunitaria, el Espíritu Santo es el Dios desconocido”, dijo el prelado.

Insistió, además, en que “tenemos que saber por quién vivir”, al tiempo que lamentó que “a veces, nos falta alegría de la buena, de la que sale del alma”.

El Obispo destacó que “estamos en un mundo en el que sería muy necesario que tuviéramos presente el Espíritu Santo” y tampoco quiso pasar por alto el hecho de que “Jesús, no es un hombre de esos extraordinarios, es producto de la gracia y el artífice de esa humanidad de Jesús es obra del Espíritu Santo, que impregnó la vida de Jesús desde el principio”.

Fueron muchos más los ejemplos de Mons. Retana en relación a esa presencia del Espíritu, “que nos hace pasar del individualismo a una pastoral de colaboración” o el que nos saca del inmovilismo, “es como si no te dejara descansar, inquieta a la Iglesia y suscita en cada época momentos de renovación”.

También es el Espíritu el que “nos hace creativos”, o “nos rejuvenece” o “nos comunica la pasión por los valores del reino”.

Cerró sus palabras apuntando que es el Espíritu “el que remueve las aguas si sabemos invocarle y buscarle”.

Tras unos momentos de oración personal y compartida, el Vicario de Pastoral, D. Gabriel Ángel Cid, tomó la palabra para moderar la reunión pastoral en la que, entre otros aspectos, se hace una valoración del curso.