La labor social de la Iglesia y la entrega del voluntariado, también en un ropero

Fue exactamente un 22 de febrero de 2017, cuando comenzó a funcionar el ropero infantil de la Parroquia de El Salvador y desde entonces, volcadas en el cuidado y mantenimiento del mismo han estado Dña. Montse de la Paz, Dña. Tina Diosdado, Dña. Dori Pelayo y Dña. Celia Prieto.

La idea surgió del párroco D. José María Rodríguez-Veleiro y tal y como recuerdan estas mujeres “no fue difícil ponerlo en marcha, rápido se nos llenó de ropa, la gente participa muchísimo entregando”.

Desde entonces han atendido a 300 familias, sobre todo inmigrantes, pues aprecian que “a la gente de Ciudad Rodrigo le cuesta más venir”, al tiempo que matizan que “independientemente de que tengas necesidad o no, dar la ropa es algo que se ha hecho toda la vida”.

Todo lo que llega a este ropero se revisa pieza por pieza, “no se admite nada que nosotras no pondríamos a nuestros hijos”.

Montse no solo colabora con este ropero, también lo hace con la limpieza y la celebración del domingo, “pero en misa participamos todos”.

Comenta que “el día que vienes al ropero y llega mucha gente, te vas a casa con satisfacción”. Y aunque el horario oficial es los miércoles, de 16:00 a 18:00 horas, prácticamente atienden en cualquier momento que se las avise, siempre con mucha discreción.

Montse también añade que algunas personas “se extrañan de que vaya a misa los domingos, y es algo tan sencillo como que me apetece”.

Tina Diosdado es la más veterana del grupo, y en esta parroquia también desempeña otras tareas como organizar los grupos de limpieza y las flores. Ahora ya tiene ayuda para lavar y planchar los manteles, pero es algo que ha hecho durante décadas, también en otros templos.

En esta parroquia existen cinco grupos de limpieza con cuatro personas cada uno y en general, la gente es muy participativa. “Cuando veo lo que se ha hecho digo: ¡Qué maravilla! Nunca pensé que se fuera a conseguir tanto” pues no se puede olvidar que el templo actual es de construcción reciente.

Dori Pelayo también es catequista, “es una satisfacción ver a los niños crecer, intentamos aportar lo poco que sabemos”.

Esta mujer afirma que por el hecho de estar vinculados a la iglesia “no somos bichos raros” y define los domingos como “sagrados” si se tiene en cuenta que “hasta después de misa, no quedo con nadie”.

De una manera más íntima, Dori señala que estas actividades voluntarias que realiza “me hacen sentir bien, te sientes más parte de la Iglesia”.

Celia Prieto, además de colaborar en el ropero es la presidenta de la Asociación de la Milagrosa. 

Declara que “siempre he estado vinculada a la Iglesia, es una cosa que me gusta, y el trato con la gente”.

Reconoce que encontrar tiempo “a veces cuesta”, pero sin personas como ellas “no se podrían hacer muchas cosas”.

Este ropero está abierto a todas las personas, no solo de esta parroquia y de Ciudad Rodrigo por lo que animan a todo aquel que lo estime necesario, a que acuda. Además de ropa infantil, también facilitan cochecitos o juguetes.