“La derrota del hambre no solo depende de las instituciones, también de nosotros”

Fernando Chica Arellano, Observador permanente de la Santa Sede en la FAO.

 

La celebración de San Juan de Ávila, patrono del clero español, además de la celebración de los 50 años de sacerdocio de: D. Jesús Herrero Borrego, D. Isidoro González Martín, D. Jesús Porras Trigo y D. Estanislao Barrio Montes, sumará la presencia en Ciudad Rodrigo de D. Fernando Chica Arellano, Observador permanente de la Santa Sede para la Fao (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) que ofrecerá dos ponencias: una para sacerdotes y otra para laicos.

En primer lugar, Chica Arellano destacó que su labor es la de “llevar el mensaje del Papa”, en esta ocasión hasta la diócesis de Ciudad Rodrigo pero de manera regular, al seno del sistema de Naciones Unidas que lucha contra el hambre. De este modo, en esos foros en los que se gestiona el programa mundial alimentos o las situaciones de emergencia, “se hace presente el mensaje, la palabra, el corazón del Papa que se preocupa por todos estos temas tan relacionados con la miseria en el mundo y la lucha para poder con una tragedia paradójica”. En opinión del sacerdote jienense, esa paradoja reside en que en pleno siglo XXI con todos los avances que existen “821 millones de hermanos nuestros, con rostros, con historias, igual que nosotros, llegan al final de la noche y no tienen nada que comer. Una de cada nueve personas padece este flagelo, especialmente en Asia, África y América latina pero lo peor es que hay niños menores de cinco años afectados por este drama”.

“Lo positivo es que la derrota del hambre no simplemente depende de las grandes instituciones, depende de ti y de mí, de nosotros”, sostiene, “todos podemos hacer algo bueno para que cada día ese número se vaya reduciendo”. Una posibilidad en Europa y por supuesto en España es la de “evitar algo tan lacerante como el desperdicio de comida”.  Su percepción es que “cada vez hay una mayor sensibilización para reciclar, para no tirar, para hacer de la mesa un espacio de comunión donde todos quepamos. El mundo como una gran mesa donde todas quepan,  puedan sentir y compartir algo tan bello como la fraternidad”.

Invita, por otra parte, a ser “custodios de la creación de un Dios que pensó este mundo como un bello jardín donde verdaderamente hubiera espacio para todos”, esa ‘Casa Común’ de la que habla el Santo Padre.

Concluye que “la economía, en vez de poner al hombre y sus necesidades en el centro, pone otros factores como el dinero, la ostentación, los caprichos que tanto mal hacen a las personas cuando se dejan seducir y arrastrar por ello. En cambio, cuando tenemos la mirada del Dios compasivo, del Dios que se fija en el débil, que ensalza al pequeño, el Dios que escucha y que trata a todos como hijos y en su corazón no hay categorías ni de primera ni de segunda sino que todos entramos en su mismo amor incondicional; entonces, participamos de esa vocación”.

Las ponencias serán el 10 de mayo: “Evangelizar a la luz del magisterio del Papa Francisco’, salón Mazarrasa 13:00 h. para sacerdotes.

“El cuidado de la Casa común: una responsabilidad de todos”, salón Mazarrasa a las 20:00 h. para laicos.