“La catequesis mola, es divertida”

Utilizan el lenguaje propio de la edad y de su tiempo por eso, Adela Tabernero, Martina García, Laura Marcos, Daniel Alonso y Celia Hernández dicen que la catequesis “mola, es divertida”.

Acuden cada tarde de miércoles al Centro Arciprestal de Tamames para recibir esa catequesis de la mano de Marta Santos y entre las circunstancias personales de cada uno, se puede destacar la de Daniel, que no falla ni una sola semana a pesar de que se desplaza desde una finca ubicada en el término de Vecinos. A esta catequesis tampoco faltan niños de Abusejo y alguna localidad más de alrededor.

A sus siete años, este es el segundo curso de catequesis, a pesar de que el anterior fue un tanto atípico por todas las cuestiones ya conocidas derivadas de la pandemia. “Estaba bien en casa con las videollamadas”, indica Martina, “pero sí echaba de menos la catequesis”.

Otra cuestión bien distinta es el colegio y como manifiesta Laura, “la catequesis me gusta mucho más que el cole porque aquí no hay exámenes y tampoco nos mandan deberes”, a lo que Martina añade: “nos tienen petados de exámenes”.

Aseguran que el nuevo centro en el que se reúnen “es mucho mejor” pero echan de menos algo: “Necesita dibujos”, valora Celia, y rápidamente Adela aporta ideas de cómo podrían ilustrar toda la pared. Este centro arciprestal ha sido inaugurado este mismo mes de octubre, tiene una superficie construida de 180,38 metros cuadrados (m2) y una cochera de 88,77 m2 lo que hace un total de 264,15 m2. La obra ha sido financiada íntegramente por la Diócesis de Ciudad Rodrigo con un coste de 131.033,56 euros y su uso está abierto a todos los pueblos del arciprestazgo.

A estos niños, les gusta vivir en el medio rural porque “estás muy cerca de todo, también de Salamanca y de Ciudad Rodrigo”.

Hablan de Jesús en la catequesis, en la Iglesia, en la clase de religión y según Martina, “también oigo hablar por la calle”. Destacan que Jesús “tiene un libro propio” y rápidamente explican el sentido de tomar la comunión en un futuro.

Su catequista y el sacerdote, Fernando Sánchez, explican que una vez al mes cambian la catequesis por la oración de los niños y que cuando se recupere la normalidad esperan retomar otra serie de actividades complementarias como pueden ser caminatas, “pero siempre con un sentido de reflexión”.

Tampoco se puede olvidar la labor de los catequistas, sobre todo mujeres, que repartidos por buena parte de los pueblos de la Diócesis desempeñan una labor de evangelización desinteresada. Y es que como se recuerda desde la Diócesis, “todos tenemos cualidades que podemos ponerlas al servicio de la Iglesia, también nuestro tiempo, oración o a través de donativos”.