La parroquia de Águeda ha recibido esta mañana al Obispo Administrador Apostólico, Mons. Jesús García Burillo, para celebrar la fiesta de San Isidro. La alegría de los fieles reflejaba su gratitud al comprobar que la Iglesia está con los hombres del campo, que sufren tantas contrariedades.
El Obispo, acompañado de D. Joaquín Galán y de D. Víctor Sevillano, ha saludado a los presentes y les ha deseado los mejores resultados en sus cosechas y el apoyo de las autoridades para resolver los numerosos problemas que se encuentran.
Como modelo del labrador la Iglesia propone a San Isidro, natural de Madrid, esposo de María de la Cabeza, natural de Torrelaguna y Santa como su esposo. Un santo del siglo XI en el momento en que Alfonso VI recuperaba Madrid de la ocupación musulmana. Isidro, jornalero del hacendado Juan de Vargas es un obrero humilde, vestido con abarcas y capa parda, con callos en las manos, es un labrador. Su esposa le acompaña en todo, entregada a su casa y al cuidado de su familia. Por eso también es santa, una familia buena canonizada por la Iglesia.
Pero Isidro es también un hombre de fe, como un árbol plantado al borde de una acequia. Un “santo de al lado” le llamaría hoy el Papa Francisco. Encuentra a Dios en la naturaleza, en los campos junto al río Manzanares o al Jarama, en los bosques que entonces existían en toda la ladera de la sierra de Madrid. Es un hombre paciente, cuida la naturaleza que ofrece sus frutos y confía en Dios que saldrá siempre a la solución de sus apuros.
Isidro es un hombre que reza. Tiene devoción a dos imágenes de la Virgen que entonces recobraban popularidad en sus ermitas de Madrid: la Virgen de la Almudena y la Virgen de Atocha. En su vida realizó algunos prodigios y hoy es venerado en la Iglesia universal.
Sus restos, incorruptibles, se encuentran a la veneración de los fieles de Madrid y de todo el mundo en la Colegiata de S. Isidro, en la calle de Toledo. Antes estuvieron en la parroquia de San Andrés, en cuyo barrio, hoy conocido como La Latina, nació y vivió sus años de niñez y juventud, y posteriormente formando familia con María de la Cabeza y con su hijo, a quien salvó de un accidente en un pozo. En definitiva, un santo sencillo, humilde, al alcance de todo labrador.
Después de la Eucaristía el Obispo bendijo los campos desde el exterior del templo, guardando todas las precauciones. Con los campos de Águeda, han quedado bendecidos los campos, las fincas, las ganaderías de nuestra sufrida Diócesis de Ciudad Rodrigo.
Otras localidades de la diócesis también han festejado a San Isidro.
En la parroquia de San Andrés de Ciudad Rodrigo, donde la devoción al santo es considerable, D. Tomás Muñoz también bendijo a la puerta del templo tras la celebración de la Eucaristía.
En La Fuente de san Esteban celebró la Misa D. Guillermo Corral, hijo de labradores, y D. Álvaro Hernández, ambos naturales del pueblo. En Muñoz, Boadilla y Santa Olalla celebró la Eucaristía el párroco, D. Anselmo Matilla. Después de la Misa en todos los pueblos hubo un sencillo acto de bendición de campos. ¡Que san Isidro interceda para que den buen fruto!