Homilía de Mons. Jesús García Burillo en la Fiesta del Seminario

Mons. Jesús García Burillo: “El pasado del seminario ha de servirnos como elemento de reflexión para discernir sobre el camino más adecuado por el que habrá de continuar su andadura, al servicio de la Iglesia y la sociedad

San Cayetano. Homilía (7.8.2019)

Saludo muy cordialmente a todos los presentes en la celebración de la Eucaristía en esta fiesta de San Cayetano, con ocasión del 250 aniversario de la fundación del Seminario. Saludo a mis hermanos Obispos D. José Sánchez y D. Antonio, Obispo de Teruel-Albarracín, al Rector Juan Carlos, al futuro Rector Anselmo, a los sacerdotes, formadores, profesores, alumnos, exalumnos, familiares y amigos todos. Os confieso que es para mí un gran honor poder presidir como Administrador Apostólico esta celebración. Basándonos en los textos litúrgicos proclamados, esta homilía tendrá tres partes: una primera de acción de gracias, tomada del Salmo 33: Bendice, alma mía al Señor; la segunda recordando el pasado: los que teméis al Señor, confiad en Él, tomada del Eclesiástico; y la tercera, poniendo nuestra mirada en el futuro: no temas, pequeño rebaño, porque el Señor te ha regalado el Reino, tomada del Evangelio de san Lucas.

 

Primero: Bendice, alma mía, al Señor

Es la plegaria que en estos momentos nos sale del alma para dar gracias a Dios, al contemplar esta obra espléndida de la Iglesia de Ciudad Rodrigo: nuestro seminario que abarca dos siglos y medio. Hagamos memoria agradecida de los acontecimientos más importantes acaecidos.

La escuela catedralicia, primero, y los colegios teológicos de algunas órdenes religiosas, después, atendieron, durante varios siglos, la formación intelectual de los clérigos civitatenses. La fundación del Seminario de Ciudad Rodrigo, de acuerdo con los decretos del Concilio de Trento, se efectuó durante el pontificado del Obispo D. Cayetano Antonio Cuadrillero y Mota (1.763-1.777). Secundado por el Cabildo, el Obispo dispuso la construcción del edificio y de la iglesia, encomendada a Sagarvinaga, firmando el decreto de erección del Colegio Seminario Diocesano el 25 de noviembre de 1.769, bajo la advocación de San Cayetano. Al día siguiente tomaban posesión de sus cargos el primer Rector, D. Miguel de Elvira, y el Vicerrector, D. José del Pozo.

El Seminario se abrió con el número apostólico de doce seminaristas y un año después eran ya 99. En agosto de 1.774 fue consagrada la iglesia y el altar del Seminario. Las constituciones, que regulaban la vida del nuevo Seminario, tuvieron aprobación definitiva del Real y Supremo Consejo de Castilla del Rey Carlos III el 4 de diciembre de 1.777. Estos datos los podrán comprobar visitando la exposición que inauguraremos a continuación.

En la guerra de la Independencia sufrió grandes destrozos el edificio, que hubo de rehacerse no ya de piedra, sino de mampostería. Recibió nueva vida el Seminario al doblar el s. XIX: se le agregó un nuevo pabellón, situado en la parte occidental. Dentro del Seminario, y en régimen de internado, fue fundado el Colegio de San Cayetano por el Obispo D. Narciso Martínez Izquierdo entre 1.876 y 1.878. Venía a ser un Colegio de Segunda Enseñanza para jóvenes que no seguían la carrera eclesiástica. Duró hasta 1.936. Íntimamente relacionado con el Seminario se creó en 1.878 el Patronato de San José, con el fin de recabar recursos económicos –siempre necesarios- para seminaristas pobres.

Entre 1.947 y 1.948 se proyectó la construcción de un nuevo pabellón, dedicado a Seminario Menor, cuya primera piedra bendijo el 8 de diciembre de 1.953 el Obispo D. Jesús Enciso: el proyecto inicial fue ampliado así ante las nuevas necesidades. Aquí surgió el período de máximo esplendor en cuanto al número de seminaristas, que se mantuvo hasta la crisis vocacional de la década de los setenta. Posteriormente se han realizado otras obras de adaptación y mejora de las instalaciones, promovidas por los Obispos Civitatenses, que no han escatimado esfuerzos para dotar al Seminario de los medios necesarios, con el fin de que sus alumnos reciban una adecuada formación en todos los órdenes, que se ha mantenido hasta el presente.

Recordemos también que, aneja al Seminario, funcionó una escuela pre-seminario, regida por un Patronato, con tres aulas, transformada posteriormente en Colegio de E.G.B. Con este motivo el Obispo D. Demetrio Mansilla mandó construir en 1.974 un nuevo pabellón de dos plantas, con ocho unidades, más una de preescolar, con sus dependencias correspondientes. Este Colegio, denominado “de San José” tuvo que cerrar sus puertas en 1.994.

Ya veis que la alabanza a Dios en este momento es el modo adecuado de agradecer todos los acontecimientos vividos en esta casa por tan largo tiempo. Os invito a dar gracias a Dios en lo más hondo de nuestra alma por tantas gracias aquí recibidas.

Segundo: Los que teméis al Señor, confiad en él.

Quisiera destacar que ha sido la confianza en el Señor la que ha capacitado a todas las personas, Obispos, sacerdotes, formadores y seminaristas para dar contenido al proyecto de formación que es un seminario menor.

Yo tengo el gozo de representar en estos momentos a la Diócesis como obispo Administrador Apostólico, sumándome, pleno de confianza también, a la memoria que la Diócesis hace en torno a la historia del seminario, con el fin de valorar y agradecer cuanto en esta institución ha acontecido.

Digamos que, al celebrar 250 años de fundación del seminario “San Cayetano”, reconocemos la confianza que la Iglesia de Ciudad Rodrigo ha puesto en su Señor.  Como es sabido, por esta institución han pasado en total unos 7000 alumnos, cuyos nombres nos constan. Aquí se han formado los sacerdotes que han pastoreado al pueblo de Dios que peregrina en esta porción de la Iglesia y se han formado sólidamente muchos jóvenes que han servido a la sociedad en multitud de profesiones y oficios: maestros, funcionarios, juristas, economistas, historiadores, escritores, periodistas, políticos, artistas, toreros, y un largo etcétera.

En las jornadas que hemos vivido este año para conmemorar la historia del seminario, hemos mirado al pasado haciendo memoria de personas ilustres que fueron piedras vivas de esta institución, lo cual nos llena de gozo. El seminario ha sido ante todo lugar de formación de los pastores de esta Iglesia, aunque también se hayan formado en él importantes juristas, notables músicos, artistas o incluso toreros, puesto que el proceso de discernimiento de los alumnos ha llevado a muchos de ellos al sacerdocio y a otros los llevó a espacios donde ejercer el compromiso humano, social y político, al ámbito de la investigación académica o de la historia.

El pasado del seminario ha de servirnos como elemento de reflexión para discernir sobre el camino más adecuado por el que habrá de continuar su andadura, al servicio de la Iglesia y la sociedad, en el horizonte que la Iglesia universal y la Iglesia de España ha trazado para los seminarios menores. Pero, ante todo, hoy hacemos un acto de fe y confianza en Dios que ha guiado los pasos de cuantos intervinieron en la confección, día a día, de tan preciosa obra.  Damos gracias a Dios y a todos cuantos en él han intervenido.

Tercero: No temas, pequeño rebaño, porque el Señor te ha regalado el Reino

 

La liturgia de esta fiesta de san Cayetano insiste en el temor del Señor: “los que teméis al Señor”, “no temas, pequeño rebaño…”, y nos propone el camino para seguir cultivando el temor de Dios, es decir: aguardar su misericordia, confiar en su recompensa, amarlo intensamente, sabiendo que nadie que confió en el Señor quedó defraudado. Son todos aspectos del Reino de Dios que Jesucristo nos ha regalado y hace presente en la historia con nuestra colaboración.

Hoy, al recordar a Don Cayetano Cuadrillero y Mota, apoyado en “San Cayetano”, sacerdote italiano que fundó la Orden de Clérigos Teatinos en el siglo XVII, recordando al primer Rector Don Miguel de Elvira y a sus doce seminaristas, renovamos nuestra confianza en la Providencia de Dios Padre, en la obra redentora de su Hijo Jesucristo y en la inspiración y fortaleza que nos otorga el Espíritu Santo, para mirar al futuro con esperanza.

Hoy, apoyados en el maternal regazo de la Santísima Virgen, aspiramos al modelo de seminario que el Papa Francisco sueña para los seminarios menores de la Iglesia universal. Por eso, me dirijo sobre todo a vosotros, queridos seminaristas que formáis la parte principal de esta magnífica obra de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, para deciros que la Iglesia quiere que el seminario menor sea un lugar donde los seminaristas podáis descubrir, cultivar y animar los “gérmenes de vocación sacerdotal”. Me imagino que sabes –me dirijo a cada uno de vosotros- qué es el “germen” de una planta: es el primer tallo que brota de la semilla de una planta. El germen no es una planta entera, solo es su primer tallo, pero si este se cuida con cariño, se riega y se cultiva, llegará a ser una planta hermosa como lo es un roble o una encina, un abeto o el árbol que más te guste.

En el seminario menor viviremos con entusiasmo una “cultura vocacional”, es decir, tendremos la convicción de que todos estamos “llamados” por Jesús, todos y cada uno, para recibir una misión. ¿De qué misión se trata?

Con el tiempo, querido seminarista, irás descubriendo cuál es la misión que el Señor espera de ti. Pero de momento has de convencerte de que tu vida es una maravilla, algo muy valioso que procede de Dios y que te abre a la comunicación con otras personas como tus compañeros de estudio o tus padres o tus amigos… Jesús quiere que aprendas a entregarte a los demás.

Por eso, el Rector y tus formadores pondrán todo su empeño en enseñarte a seguir los pasos de Jesús, el buen Pastor; te ayudarán a ir creciendo día a día como persona humana, como cristiano y como alguien que se siente amigo de Jesús, llamado por Él. En los años que dura la vida en el seminario, podrás descubrir cuál de las tareas es la que el Señor te quiere encomendar como cristiano: si quiere que seas un profesional como tus padres o si quiere que sigas el camino que hicieron el Rector, el sacerdote de tu parroquia y tantos otros buenos sacerdotes que tú conoces. A este descubrimiento lo llamamos “discernimiento vocacional”. ¿No te parece apasionante esta tarea?

Finalmente, los formadores te ayudarán a seguir el camino por el que, si es la voluntad de Dios, podrás entrar en el Seminario Mayor. Ahora este objetivo parece algo lejano, difícil de alcanzar, pero se consigue más fácilmente si te dejas acompañar por tus formadores, si confías en la cercanía y en el poder del Señor en tu vida. Te lo aseguro, otros muchos lo hemos conseguido y somos muy felices en nuestro ministerio.

El Rector y los formadores, y también tus padres y familiares, junto con los sacerdotes y todos cuantos te queremos, estaremos a tu lado, queriéndote y animándote para que sigas muy feliz y con gran determinación este camino. Es un camino a veces un poco exigente, pero que llena de felicidad al que lo sigue sabiendo que camina tras los pasos de Jesús.

¡Mucho ánimo, querido seminarista, que vienes al Seminario de San Cayetano de Ciudad Rodrigo! Yo te animo y te bendigo.

Y acabo. De este modo tan hermoso, queridos amigos, celebramos hoy esta efeméride: agradeciendo el pasado y el presente, y mirando al futuro bajo la intercesión de san Cayetano, amparados en la providencia de Dios y bajo la mirada amorosa de la Virgen Madre, que fue Rectora del seminario donde se formó su Hijo Jesús, la humilde casa de Nazaret. Así sea.

 

+Jesús, Obispo Administrador Apostólico de Ciudad Rodrigo