Mons. Jesús García Burillo y D. Ángel Rubio celebran 50 años de sacerdocio

Coincidiendo con la Fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote los presbísteros de la diócesis civitatense festejan las bodas de oro y de plata de sus compañeros.

Este año, da la casualidad de que el Obispo Administrador Apostólico, Mons. Jesús García Burillo, celebra sus 50 años de ministerio sacerdotal. La trayectoria de don Jesús es muy extensa, pero de manera muy general se puede destacar que durante 35 años fue sacerdote de Madrid. Otros cuatro años y medio desempeñó la tarea obispo auxiliar en la diócesis de Orihuela-Alicante, dieciséis estuvo como obispo de Ávila, y los dos años y medio últimos, “por la divina Providencia y decisión del Papa”, como Administrador Apostólico de Ciudad Rodrigo. El propio don Jesús manifestó en su homilía que “es un gozo inmenso haber podido llegar a este momento y de no tener palabras adecuadas para expresarlo. ¡Muchas gracias a todos por compartir estos momentos con nosotros!”

También celebra sus bodas de oro sacerdotales este año D. Ángel Rubio Corchete, quien dirigió unas palabras a los asistentes al término de la Eucaristía celebrada en la Catedral de Santa María. Destacó su paso por el Seminario, “gracias a todo el personal que durante 13 años fueron conformando mi vida”. Recordó su ordenación junto a D. Bernardo Corral, ya fallecido, de manos de D. Demetrio Mansilla, en un acto familiar en la capilla del Seminario.

Su primer destino fue Albacete pues en aquella época, otras diócesis necesitaban sacerdotes. En su memoria siguen muy vivos los 14 lugares de culto que tenía que atender en la pastoral rural, 4.000 personas.

Además, se unió a esta celebración D. Martín Benito García y estuvo presente en la oración D. Francisco Antonio Hernández Sánchez, que no pudieron hacerlo el año pasado por causa de la pandemia.

D. Martín indicó que estas bodas de oro sacerdotales “son un motivo más que me obliga a seguir dando gracias a Dios y seguir sirviendo y anunciando el amor a Dios”.

Por último, el Vicario General, D. José María Rodríguez-Veleiro, dirigió unas palabras a todo el presbiterio.