En su segunda jornada en Roma, los jóvenes civitatenses cruzaron la Puerta Santa de la Basílica de Santa María la Mayor y rezaron ante el sepulcro del papa Francisco. Además, participaron en la misa de apertura del Jubileo de la Juventud
DELEGACIÓN DE MEDIOS
El martes, 29 de julio, fue una jornada especialmente significativa para los jóvenes de la Diócesis de Ciudad Rodrigo que están participando en el Jubileo de los Jóvenes en Roma. El día comenzó con la visita a una de las basílicas jubilares de este Año Santo de la Esperanza, Santa María la Mayor, donde cruzaron la Puerta Santa y se acercaron al sepulcro del papa Francisco, para rezar con recogimiento. En este templo dedicado a María, admiraron el icono de la Virgen “Salus Populi Romani”, al que el pontífice tenía una especial devoción y ante el que solía orar antes de emprender cada uno de sus viajes apostólicos.
A lo largo de la mañana, visitaron también las Basílicas de Santa María de la Victoria y San Pedro ad Víncul, para contemplar las escultura de El éxtasis de Santa Teresa, de Gian Lorenzo Bernini, y el Moisés de Miguel Ángel. Además, se acercaron hasta la Basílica de Santa Práxedes.
Apertura del Jubileo de los Jóvenes
Por la tarde, los peregrinos participaron en la Misa de apertura del Jubileo de los Jóvenes, que se celebró en la Plaza de San Pedro, presidida por Mons. Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, quien en su homilía animó a los jóvenes a vivir con autenticidad su vocación cristiana. “No tengan miedo de ser testigos de Cristo resucitado”, los exhortó.
Mons. Fisichella recordó que la fe es un acto libre, una decisión personal que implica ponerse en camino tras las huellas del Señor. Destacó que Dios, en su libertad, respeta nuestra decisión, pero cuando sale a nuestro encuentro también pide ser acogido con libertad. Y añadió que quienes aman a Dios no están nunca solos: “Jamás vamos a estar solos ni abandonados, porque Jesús es compañero de vida”.
En otro momento de su predicación, insistió en que “la fe también es acción y testimonio concreto de vida”, dijo. A modo de ejemplo, enumeró obras de misericordia sencillas pero necesarias: alimentar al hambriento, saciar la sed del que la padece, devolver dignidad, consolar, ofrecer una sonrisa… Acciones, todas ellas, que reflejan el espíritu de las bienaventuranzas, verdadero camino de vida cristiana.
En un mundo marcado por la violencia y el individualismo, Fisichella animó a los jóvenes a ser testigos del amor que transforma. “Vivimos un tiempo de violencia, y la violencia está en nuestras calles y escuelas, pero el amor vence siempre. Si damos paz, el mundo tendrá paz”, concluyó.
La celebración contó también con la participación del obispo de Ciudad Rodrigo, Mons. José Luis Retana, que se incorporó ese día a la peregrinación, compartiendo con los jóvenes la alegría de esta experiencia de Iglesia universal.
Al término de la misa, el papa León XIV apareció en el papamóvil y dirigió a los jóvenes unas palabras llenas de fuerza y esperanza: “Ustedes son la sal de la tierra. Ustedes son la luz del mundo”, recordó. Y añadió: “El mundo necesita mensajes de esperanza. Ustedes son ese mensaje y tienen que seguir dando esperanza a todos. Sean luz en medio del mundo y no tengan miedo de levantar la voz por la paz”.
Y para finalizar la jornada, los jóvenes diocesanos disfrutaron del concierto que ofrecieron músicos cristianos como el DJ Padre Guilherme o el grupo Hakuna, que con sus melodías ayudaron a seguir celebrando la fe con alegría.



