Las vocaciones, en el corazón de la diócesis en el Domingo del Buen Pastor

Una jornada para rezar, acompañar y sostener las vocaciones, que se celebrará el 11 de mayo, para que no falten sacerdotes, misioneros y consagrados que anuncien el Evangelio

 

DELEGACIÓN DE MEDIOS

Este domingo, 11 de mayo, IV Domingo de Pascua, la Iglesia celebra el Domingo del Buen Pastor, jornada mundial dedicada a rezar por las vocaciones sacerdotales y consagradas, así como por las vocaciones nativas, jóvenes que en tierras de misión han sentido la llamada de Dios. Bajo el lema “Para el Señor, en los hermanos”, esta jornada se celebrará en todas las parroquias de la diócesis, y en todas ellas se tendrá presente esta intención en la eucaristía dominical.

Como preparación espiritual a este día, el pasado jueves tuvo lugar en el Seminario diocesano una jornada de doce horas de adoración por las vocaciones abierta a toda la comunidad diocesana para orar ante el Santísimo por el don de nuevas vocaciones.

En el Domingo del Buen Pastor, la Iglesia también pone su mirada en las vocaciones nativas, es decir, aquellas que surgen en los territorios de misión y que muchas veces tienen dificultades económicas para poder formarse. Para apoyarlas, la colecta de este domingo se destina a la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, una de las cuatro Obras Misionales Pontificias, creada precisamente para que ninguna vocación se pierda por falta de medios.

Esta Obra Pontificia proporciona becas, manutención y ayudas para seminarios, noviciados y formadores, además de apoyar proyectos de sostenibilidad y formación superior para futuros sacerdotes.

Este año, además, el material facilitado por las Obras Misionales Pontificias incluye la imagen del misionero de Ciudad Rodrigo, Daniel Mateos, que desarrolla su misión pastoral y evangelizadora en Angola, y al que la diócesis tendrá muy presente en este día, así como al resto de misioneros civitatenses que se encuentran en tierras de misión.

La Jornada Mundial por las Vocaciones y las Vocaciones Nativas nos recuerda que todos los cristianos estamos llamados a rezar, acompañar y sostener las vocaciones, para que no falten sacerdotes, misioneros y consagrados que sigan anunciando el Evangelio al mundo.