La Iglesia civitatense despide con gratitud y esperanza al papa Francisco

Mons. José Luis Retana ha presidido en la Catedral de Santa María una misa funeral por la vida y el pontificado de Francisco

DELEGACIÓN DE MEDIOS

La Catedral de Santa María acogió este miércoles, 30 de abril, una eucaristía solemne por el alma del papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril en Roma. La celebración, presidida por el obispo civitatense, Mons. José Luis Retana, fue un emotivo acto de comunión eclesial que reunió a fieles de diferentes parroquias, movimientos e instituciones de Ciudad Rodrigo y de otros puntos de la diócesis.

Un momento de la celebración por el papa Francisco.

Desde minutos antes del inicio de la misa, la Catedral fue llenándose de rostros conocidos: miembros del Cabildo catedralicio, sacerdotes, religiosas, familias enteras, jóvenes, catequistas, autoridades civiles, representantes de la Guardia Civil, Policía Local, bomberos, empresarios y voluntarios de Cáritas, entre otros. 

Durante la homilía, el obispo definió al papa Francisco como “un sencillo pastor y servidor que nos ha mostrado con su vida lo que significa seguir a Jesucristo con radicalidad y ternura”. Subrayó su defensa de los pobres, de los migrantes, y su incansable llamada a construir la paz y a cuidar de la creación. “Francisco nos ha enseñado a mirar con los ojos de Dios a los descartados del mundo”, afirmó el Mons. Retana, y añadió: “Nos ha mostrado el rostro de una Iglesia abierta, sinodal, que camina con todos y que quiere sanar las heridas del mundo”.

Apuesta por la Iglesia misionera

También hizo hincapié en el carácter reformador del papa, su impulso a la transparencia, su firmeza frente a los abusos, y su apuesta decidida por una Iglesia misionera. “No ha tenido miedo a las incomprensiones, ni a remar contra corriente», y subrayó que ha sido valiente, libre, «profundamente humano y profundamente creyente”.

Mons. José Luis Retana

En un tono agradecido, Mons. José Luis Retana confesó el cariño personal que le unía a Francisco, de quien recibió el nombramiento episcopal. “Fue él quien me hizo obispo», y compartió una anécdota personal con el santo padre: “Cuando le saludé una de las últimas veces, me preguntó:»‘¿Cómo están las dos hermanas?’. Siempre me decía: ‘Tú mima a la pequeña’. En el momento en que haya un pisotón, yo sé dónde tengo que estar. No me ha quitado ninguna, pero Dios se lo perdonará”, comentó con cariño. 

Antes de impartir la bendición final, el obispo dirigió unas palabras espontáneas a la asamblea: “Os doy las gracias a todos los que habéis asistido a esta celebración. No hacía mucho día, pero es un gesto hermoso de unidad. La Iglesia es más grande que mi parroquia, mi pueblo, mi movimiento. Y el hecho de estar aquí expresa la unidad de la Iglesia y el afecto también al papa Francisco”.

La misa concluyó en un ambiente de recogimiento y esperanza, con el himno del Año Jubilar de la Esperanza, en memoria del papa Francisco. En palabras del obispo: “Somos una familia que ha perdido a un padre, pero lo despedimos con gratitud, sabiendo que ya habita en la Casa del Padre”.