La diócesis felicita la Navidad al obispo en un encuentro de comunión en la sala Mazarrasa

Delegaciones diocesanas, congregaciones religiosas, Cáritas y sacerdotes participaron en este gesto de cercanía y agradecimiento al pastor diocesano

DELEGACIÓN DE MEDIOS

La sala Mazarrasa acogió este lunes, 22 de diciembre, la felicitación navideña al obispo, un encuentro en el que estuvieron representadas las delegaciones diocesanas, congregaciones religiosas, responsables de Cáritas, miembros del Cabildo Catedralicio, el Seminario, la Casa Sacerdotal y sacerdotes de la ciudad, entre otros.

El acto comenzó con la intervención del vicario general, José María Rodríguez-Veleiro, quien subrayó que felicitar la Navidad al obispo es también «felicitarnos todos mutuamente”, poniendo en valor la cercanía cotidiana de quienes trabajan y colaboran más directamente en la vida diocesana. En su intervención, animó a que esa proximidad física se traduzca en una cercanía «afectiva y efectiva», y apeló a la disponibilidad como una actitud esencial en la Iglesia.

Tomando como referencia la figura de san José, el vicario general invitó a vivir el servicio eclesial desde la sencillez y la fidelidad diaria, «sin hacer ruido ni buscar protagonismo”, pero con una disponibilidad constante al servicio de la Iglesia, recordando que todos la sirven «desde dentro, como hijos».

Agradecimiento del obispo

A continuación, el obispo agradeció el gesto de felicitación y el cariño recibido, destacando que se trata de un signo de afecto y comunión. En su mensaje, deseó a todos una «santa y muy feliz Navidad», insistiendo en la centralidad de Jesucristo como verdadero protagonista de estas fiestas: «Dios nos quiere tanto que ha querido decírnoslo personalmente, haciéndose cercano en la sencillez y debilidad de un niño».

El obispo animó a vivir y anunciar el verdadero sentido de la Navidad en las familias y comunidades, y tuvo un recuerdo especial para quienes viven estos días con dificultad: enfermos, ancianos solos, personas sin trabajo, quienes han perdido la libertad o atraviesan situaciones de sufrimiento, recordando que ellos son los preferidos de Jesús y, por tanto, deben ser también una prioridad para la Iglesia.