Inolvidable Francisco

El arcipreste de Argañán, Gabriel Ángel Cid, recuerda con gratitud la elección del papa Francisco, valorando su estilo cercano y el impulso que dio a una Iglesia abierta, sencilla y volcada en los más pobres

 

GABRIEL ÁNGEL CID, ARCIPRESTE DE ARGAÑÁN

Hay momentos en la vida que permanecen imborrables en la memoria e impactan para siempre. Uno de ellos fue el 13 de marzo de 2013. Estaba Sancti Spiritus, en la que sería después mi casa durante nueve años, solo, frente al televisor. Estábamos de celebraciones penitenciales, pero al salir la fumata blanca, los compañeros decidieron que me quedara viendo aquel momento histórico para informarles.

Y tras un rato de intriga, por fin se abrió la puerta del balcón y emergió una figura tímida, sin muceta, sin más adorno que la sotana blanca. Se inclinó ante la multitud y saludó con palabras frescas, cercanas. Había nacido el papa Francisco.

Los siguientes días asistimos, entre perplejos y entusiasmados (por mi parte), a muchos gestos de absoluta normalidad: ir a pagar la pensión donde había residido, rechazar el coche oficial, vivir en una residencia, etc.

Pero esos cambios eran solo la envoltura de una forma distinta de ejercer el ministerio petrino. Poco después se empezó a hablar de la sinodalidad. No era una práctica nueva sino anclada en la más genuina forma de proceder en los comienzos de la Iglesia, hasta que la clericalización casi acabó con todo eso.

Francisco no hizo rupturas; simplemente desarrolló lo que el Concilio Vaticano II y los pontífices predecesores habían iniciado, pero dando un acelerón. Puso en marcha, según él comentaba, lo que habían dialogado los cardenales en las congregaciones generales previas al cónclave en el que salió elegido.

En definitiva, ha sido un impulso renovador en la continuidad del camino de la Iglesia.

Francisco ha sido el papa de los gestos, de mostrar la ternura y la misericordia de Dios, de poner en el centro el Evangelio y, en primer lugar, a los descartados. El papa de la inclusión, el famoso TODOS, TODOS, TODOS; de entender la Iglesia no como una fortaleza para defenderse de los ataques, sino como una tienda de campaña, frágil pero accesible a todos, puesta en medio del mundo para sanar las heridas del hombre y mujer de hoy. En definitiva, una Iglesia en salida, de puertas abiertas, pobre y para los pobres.

La Iglesia sigue adelante. Cada pontífice imprime su marca personal, pero el Evangelio es el mismo y Cristo el Señor: AYER, HOY Y SIEMPRE, a quien seguimos con ESPERANZA.

Gabriel Ángel saluda al papa Francisco durante la visita ad limina de 2022, en la que acompañó al obispo de Ciudad Rodrigo, Mons. José Luis Retana, como vicario de pastoral.