Homilía de Mons. García Burillo en la fiesta de san Cayetano, patrono del Seminario

Un saludo muy cordial a todos los presentes en la fiesta de San Cayetano, patrono del Seminario. Saludo al Rector don Anselmo, a los sacerdotes, formadores, profesores, a vosotros, queridos seminaristas, a los familiares y amigos todos. Me siento feliz al presidir esta celebración en un seminario que busca seguir el camino que el Santo Padre y la Iglesia desean para estos centros formativos.

Basándonos en los textos litúrgicos de la Misa, esta homilía tendrá tres partes: acción de gracias a Dios por nuestro seminario, que el año pasado celebró el 250 aniversario de su fundación, con el Salmo: Bendice, alma mía al Señor; un acto de confianza en Dios en medio de nuestras incertidumbres con el Eclesiástico: los que teméis al Señor, confiad en Él; y una mirada al futuro con el Evangelio de san Lucas: no temas, pequeño rebaño, porque el Señor te ha regalado el Reino.

 

Uno. Acción de gracias: Bendice, alma mía, al Señor

Es la plegaria que ahora nos sale del alma para dar gracias a Dios, al contemplar esta institución espléndida que es nuestro seminario: gracias, Señor; bendice, alma mía al Señor. Damos gracias de todo corazón por la vida y la obra de S. Cayetano, el sacerdote italiano que fundó una suerte de seminario, la Orden de Clérigos teatinos, en el siglo XVII y dio nombre al nuestro.

El año pasado celebrábamos la fundación del seminario, efectuada por el Obispo D. Cayetano Antonio Cuadrillero y Mota, bajo la advocación de San Cayetano. Recordemos que el Seminario se abrió con doce seminaristas, mientras nosotros somos este año dieciocho: tenemos por tanto la esperanza de que nuestro seminario alcance también los frutos que durante tres siglos ha venido consiguiendo. Las constituciones que regulaban la vida de aquel Seminario, fueron aprobadas nada menos que por el Real y Supremo Consejo de Castilla del Rey Carlos III.

 En cambio, ahora nuestra vida es sencilla, dedicada a la formación intelectual, humana y espiritual. Damos gracias por la buena disposición de los seminaristas a las orientaciones de su rector y formadores, así como por el apoyo de los párrocos. ¡Agradecemos sinceramente a los sacerdotes su apoyo y colaboración con el seminario! También, damos gracias por nuestros padres, aquí presentes, que han confiado la formación de sus hijos a esta casa y colaboran con su proyecto educativo, y por los formadores y profesores que dedican sus esfuerzos a la formación integral de los seminaristas.

Por todo esto, ya veis que la alabanza es el modo más adecuado de agradecer ahora las personas, los proyectos y todos los acontecimientos relacionados con esta institución diocesana. Los profesores en los claustros manifiestan su satisfacción por la actitud positiva que encuentran en los muchachos en las clases. Os invito a dar gracias a Dios por tantos regalos que aquí recibimos de su mano.

Dos. Acto de confianza: Los que teméis al Señor, confiad en él.

La confianza en el Señor es la que nos anima a todos, Obispos, sacerdotes, formadores y seminaristas a dar contenido al proyecto de formación que es el seminario menor. A los seminaristas este año se os propone el lema “Aquí estoy”. Es la primera palabra que, conforme a la carta de los Hebreos, pronuncia Jesús cuando llega al mundo en el seno de su madre. Es la frase que todos los cristianos decimos al elegir el camino que Dios quiere para nosotros en esta tierra. Es la palabra que pronunciamos los sacerdotes cuando elegimos el camino de la entrega al Señor para vivir un vida plena y feliz en el ministerio sacerdotal. La misma palabra que se cumple en la existencia de S. Cayetano, modelo de vivencia ante la llamada de Jesús: aquí estoy, Señor.

Yo tengo el gozo de poner mi confianza en el Señor por la realidad de nuestro seminario, de cuanto aquí acontece cada día. El seminario es el lugar donde nos formamos los pastores de esta Iglesia de Ciudad Rodrigo, aunque también se hayan formado en él juristas, músicos y artistas. El proceso de discernimiento que aquí tiene lugar entre los responsables de la formación, desemboca normalmente en el sacerdocio, aunque a otros los lleva a profesiones donde ejercer su compromiso humano, social o político.

El seminario es un lugar de reflexión para discernir sobre el camino más adecuado por el que ha de continuar nuestra andadura, al servicio de la Iglesia y de la sociedad, en el horizonte que la Iglesia de España ofrece a los seminarios menores. No podemos olvidar que el objetivo fundamental de este centro es preparar intelectual, humana y espiritualmente personas que sean buenos cristianos, en los que pueda crecer la vocación al ministerio sacerdotal con la ayuda del rector y sus formadores y con la aceptación generosa de los seminaristas. Por lo cual, hoy hacemos un acto de fe y confianza en Dios, que guía nuestros pasos día a día, en tan preciosa obra, y volvemos a suplicarle que nos inspire el camino más adecuado a seguir en esta casa. Hoy renovamos nuestra respuesta generosa, como la dio S. Cayetano cuando eligió el camino del sacerdocio: Señor, “Aquí estoy”.

En tercer lugar, una mirada al futuro: No temas, pequeño rebaño, porque el Señor te ha regalado el Reino

La liturgia de la fiesta de san Cayetano insiste en el temor del Señor: “los que teméis al Señor”, “no temas, pequeño rebaño…”, etc. y nos propone el camino para seguir cultivándolo, es decir: ser fieles a Dios, aguardar su misericordia y compasión, confiar en su recompensa, amarlo intensamente… sabiendo que nadie que confió en el Señor quedó defraudado. Son todos aspectos que Jesús nos regala y que requieren de nosotros nuestra leal y sincera colaboración.

Hoy, al celebrar la fiesta de San Cayetano, todos nosotros, obispo, seminaristas, familiares y formadores del seminario, renovamos nuestra confianza en la Providencia de Dios Padre, en su Hijo Jesucristo y en la fortaleza que nos otorga el Espíritu Santo para mirar al futuro con esperanza. Mantengamos viva esta confianza en la divina Providencia, a pesar de los momentos de gran incertidumbre que vivimos en estos momentos de pandemia, con los efectos desastrosos que estamos sufriendo.

Apoyados en el maternal regazo de la Santísima Virgen, aspiramos al modelo de seminario que el Papa Francisco sueña para sus seminarios. El Papa quiere que el seminario menor sea un lugar donde los seminaristas podáis descubrir, cultivar y animar los “gérmenes de vocación sacerdotal”. Sabemos que el “germen” de una planta es el primer tallo que brota de la semilla. El germen no es una planta entera ya desarrollada, solo es su primer tallo, pero si lo cuidamos con cariño, lo regamos y cultivamos, llega a ser una planta hermosa como lo es un roble o una encina, un abeto o el árbol que más te guste.

En el seminario menor vivimos con alegría una “cultura vocacional”, es decir, la convicción de que todos estamos “llamados” por Jesús, todos y cada uno, para recibir una misión. ¿De qué misión se trata?

Cada uno de vosotros, queridos seminaristas, vais descubriendo poco a poco cuál es la misión que el Señor espera de vosotros. Pero sabemos que la vida de cada uno es algo muy valioso que Dios os ha regalado para que os abráis a otras personas como son vuestros compañeros de estudio, vuestros padres y amigos… Jesús quiere que aprendáis, día a día, a entregaros a los demás.

Por eso, el Rector, el Director espiritual y los formadores ponen todo su empeño en enseñaros a seguir los pasos de Jesús, el buen Pastor; ellos te ayudan, querido seminarista, a ir creciendo día a día como persona humana, como cristiano y como amigo de Jesús, llamado por Él a una misión. ¿Cuál es? San Cayetano es tu modelo en la vida de oración, de una espiritualidad rica que llena de gozo tu vida, tus estudios, a veces costosos, tu relación con los compañeros y formadores, en la vida comunitaria, que ayuda al crecimiento como persona humana. En los años que dura la vida en el seminario, vas descubriendo cuál de las tareas el Señor te quiere encomendar: si quiere que seas un profesional como tus padres o si quiere que sigas el camino que hicieron el Rector, el sacerdote de tu parroquia y tantos otros buenos sacerdotes que tú conoces. A este descubrimiento lo llamamos “discernimiento vocacional”. ¿No te parece apasionante esta tarea?

Por otra parte, los formadores te ayudarán a seguir el camino por el que, si es la voluntad de Dios, podrás entrar en el Seminario Mayor. Ahora este objetivo parece difícil de alcanzar, pero se consigue fácilmente si te dejas acompañar por tus formadores, si confías en la cercanía y en el poder del Señor. Te aseguro que otros muchos lo hemos conseguido con la ayuda de Dios y somos muy felices en nuestro ministerio.

El Rector, los formadores y también tus padres y familiares, junto con tu párroco y cuantos te queremos, estamos a tu lado animándote para que sigas feliz y con determinación este camino. Agradecemos sus oraciones, su colaboración de todo tipo, incluida la económica, a tantas personas que aman al seminario, especialmente a los sacerdotes. Es un camino exigente, que llena de felicidad al que lo sigue, sabiendo que camina tras los pasos de Jesús.

¡Mucho ánimo, queridos seminaristas del Seminario de San Cayetano de Ciudad Rodrigo! Yo os animo y os bendigo. De este modo tan hermoso, celebramos su fiesta: agradeciendo a Dios cuanto nos da, mirando al futuro, amparados en su Providencia y bajo la mirada amorosa de la Virgen Madre, a quien nos abandonados como hijos queridos. A Ella, que fue la Rectora del seminario donde se formó su Hijo Jesús, es decir, la humilde casa de Nazaret. Así sea.

 

+Jesús, Obispo Administrador Apostólico de Ciudad Rodrigo