Mons. José Luis Retana transmite su oración y gratitud a los vecinos, voluntarios y servicios de emergencia, y llama a una conversión en el cuidado de la creación
CARTA A LA COMUNIDAD DIOCESANA
Queridos diocesanos de Ciudad Rodrigo y Salamanca:
Con dolor y preocupación vemos estos días el fuego que asola varias localidades de las queridas diócesis salmantinas. Algunos pueblos, con el consabido susto de sus habitantes, han tenido que ser desalojados o confinados. Compartimos vuestra inquietud, incertidumbre y dolor, y rezamos por vosotros.
Quiero deciros que me uno a vuestro dolor y preocupación. Y conmigo todos los diocesanos de Ciudad Rodrigo y Salamanca. Os transmito mi oración, solidaridad y cercanía. Al mismo tiempo, me ofrezco, y nos ofrecemos, desde las parroquias afectadas, y personas e instituciones diocesanas, para ayudaros en todo lo que necesitéis de nosotros y podamos ofreceros. Sabéis que podéis contar con nuestra ayuda y colaboración.
Llegan a mis oídos las noticias de los gestos de colaboración de muchos de los vecinos, especialmente los jóvenes, que han sacado lo mejor de sí mismos para colaborar con generosidad en la extinción de los fuegos y ayuda de los más frágiles. Veo que las raíces cristianas están arraigadas en nuestros pueblos, y no pocas veces se expresa en estos signos inmensos de humanidad y solidaridad ante las tragedias colectivas. Es grande el corazón de las gentes de nuestra tierra. Gracias.
Asimismo, muestro mi gratitud al cuerpo de bomberos, miembros de protección civil, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, autoridades provinciales, municipales y autonómicas, UME, Cruz Roja, personal sanitario… por su compromiso, algunas veces heroico, en este servicio a la ciudadanía, ante estos graves sucesos ecológicos. Os envío mi oración y gratitud.
Todos estos acontecimientos han de servirnos para una conversión al Señor. Por ello termino con estas palabras de León XIV, en su homilía el día 9 de junio, en la santa misa por la custodia de la creación: “Con infinito amor, el único Dios creó todas las cosas, dándonos la vida; por eso san Francisco de Asís llamaba a las criaturas hermano, hermana, madre. Sólo una mirada contemplativa puede cambiar nuestra relación con las cosas creadas y sacarnos de la crisis ecológica que tiene como causa la ruptura de las relaciones con Dios, con el prójimo y con la tierra, a causa del pecado (cf. Papa Francisco, Carta enc. Laudato si’, 66)”.
Supliquemos al Señor que cese este drama, que nos enseñe a cuidar juntos nuestra casa común. Un abrazo y mi bendición a todos los miembros de ambas comunidades diocesana.