El obispo, Mons. José Luis Retana, presidió la eucaristía en la Catedral de Santa María y la posterior procesión por las calles de la ciudad, donde se montaron tres altares para el paso de la custodia
DELEGACIÓN DE MEDIOS

El olor a tomillo y romero volvió a estar presente en las calles de Ciudad Rodrigo engalanadas para el paso de la custodia que portaba el Santísimo Sacramento en la mañana del Corpus Christi. La jornada comenzó a las once de la mañana en el corazón espiritual de la diócesis mirobrigense: la Catedral de Santa María, donde tuvo lugar la solemne eucaristía, presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana. En los primeros bancos del templo se ubicarán una treintena de niños y niñas que este año han recibido su Primera Comunión, así como autoridades, representantes de la vida consagrada, movimientos y asociaciones eclesiales, y una asamblea nutrida de fieles.
Durante la homilía, el obispo quiso destacar el sentido más profundo de esta fiesta: “El que participa del pan de la Eucaristía lleva en sí la fuerza de Dios para multiplicar el pan en la mesa de los necesitados”, subrayó, invitando a los presentes a no separar la adoración del compromiso con los hermanos. A partir del Evangelio de la multiplicación de los panes, el prelado recordó que la Eucaristía y la caridad son inseparables: “Difícil es comulgar a Jesús, ignorando la comunión con los hombres”.
En un mensaje cercano y directo, el obispo animó a todos a “abrir las calles, el hogar y nuestro corazón” al paso de Dios, que no es ajeno a nuestras penas ni indiferente a nuestras alegrías. Al hilo de la jornada que la Iglesia celebra también como Día de la Caridad, tuvo palabras de gratitud para los trabajadores y voluntarios de Cáritas, así como para tantas personas e instituciones que con su servicio silencioso “hacen posible milagros cotidianos”.
Tras altares en el recorrido
Tras la eucaristía, comenzó la procesión con el Santísimo Sacramento por las calles de la ciudad, en un recorrido que invitó a la adoración pública y al testimonio de fe. El cortejo se detuvo en tres altares, donde se repetía el gesto de lanzar pétalos al Santísimo por parte de los niños de Primera Comunión: el primero, en la iglesia del Sagrario, el segundo en la Plaza Mayor ,y el tercero junto a la calle San Juan, donde la comunidad se congregó para adorar a Jesús Eucaristía. Además, como es tradición, algún bebé también recibió la bendición por parte del obispo en algunos de los altares.
“Nuestra mejor custodia, que paseará a Jesús Eucaristía, serán los niños, los que han recibido por primera vez la Comunión y el niño que todos llevamos dentro si nos acercamos a comulgar al hermano porque comulgamos a Dios», había afirmado el obispo en la homilía, y así fue.


