Carta de agradecimiento de la familia del sacerdote D. Alfredo Ramajo García

Las muestras de cariño y de ánimo hacia el sacerdote don Alfredo Ramajo García y hacia su familia durante el tiempo que ha durado su enfermedad y posteriormente, han sido muy numerosas.

Vecinos de los pueblos en los que era párroco, el mundo de la educación, la cultura, el taurino…gente anónima a la que de una u otra manera marcó este sacerdote no han dejado de enviar palabras de fortaleza y aliento. Alfredo era una persona que por su buen hacer, no pasaba desapercibido.

La familia de sangre y la familia de elección han querido escribir estas líneas de agradecimiento.

Gracias

A los amigos, feligreses y conocidos de Alfredo Ramajo.

Hemos vivido unos días de una tremenda zozobra y de incertidumbre, pegados al teléfono. Ha sido una “semana de pasión”, en la que de alguna manera esperábamos que el desenlace final hubiera sido otro muy distinto. Pero llegó el fallecimiento de Alfredo.

Al dolor por su pérdida, se añaden las circunstancias en las que estamos, que lo han hecho aún más duro e insoportable, sin poder estar con él y decirle adiós; sin poder consolarnos estando juntos y abrazarnos, y llorar su ausencia.

Nuestro corazón está roto y desgarrado, pero nos consuela que está ya con el Señor. Queremos ser agradecidos, y no tenemos otra manera de hacerlo en estas circunstancias, más que a través de estas torpes y sencillas palabras escritas.

En nombre de la familia: Jacinto su padre, su hermana Paquita y Esteban su cuñado, María, Laura y Antonio sus sobrinos, y en el mío propio, porque me siento parte de ella, quiero dar las gracias.

GRACIAS, por todas las manifestaciones públicas de cariño a través de vídeos emotivos, que nos han hecho derramar lágrimas. De los artículos en los periódicos que, por desgracia, él ya no pudo llegar a ver ni leer. Han sido como homenajes en vida y a la vez póstumos

GRACIAS a tantas y tantas personas, (amigos, conocidos y no conocidos) que, en el silencio y anonimato, han elevado insistentemente oraciones al Padre, pidiéndole su recuperación, pendientes y preocupados de su salud. No llegó, pero le servirán para ser llevado en volandas a gozar de la Eterna Felicidad.

GRACIAS, por todas las muestras de condolencias y sentido pésame que han llegado a nosotros por diversos medios a lo largo de estos días, después de su fallecimiento.

GRACIAS a don Jesús, nuestro obispo, por su preocupación constante y diaria por Alfredo y su familia. También a los hermanos sacerdotes, por sus oraciones, desvelos y cercanía.

Y aunque lo he dejado para el final, ha sido lo primero. Desde el corazón dolorido, pero esperanzado, queremos dar GRACIAS a Dios, por su vida. Una vida que derrochaba siempre CARÁCTER, FORTALEZA, VITALIDAD, CERCANÍA, ALEGRÍA, SIMPATÍA, LIDERAZGO… Allá por donde fuera, no pasaba desapercibido. Era como un imán que atraía. Quería y se hacía querer. Personalmente doy gracias a Dios por haber compartido la vida más de 50 años juntos, casi desde que empezamos en el Seminario siendo niños.

Dice una canción: “Cuando la pena nos alcanza por un hermano perdido, cuando el adiós dolorido busca en la fe su esperanza. En tu palabra confiamos, con la certeza que Tú, ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz”.

La pena, el llanto y el dolor nos han alcanzado de pleno, han llegado hasta el fondo del corazón. Parte de nuestras vidas se van con él, pero nos consuela la fe y la esperanza que sigue viviendo; viviendo junto al Padre y viviendo con nosotros en el recuerdo, en el cariño y en el amor.

Que María, la Virgen de la Peña de Francia, nuestra Morena, desde la hermosa cumbre de la Peña, donde tantas y tantas veces elevó la mirada y oraciones del corazón, le acoja, le lleve ante su Hijo Jesús e interceda por todos nosotros.

Recibid un saludo y un abrazo agradecido en nombre de la familia, a través de su hermano y amigo.

GRACIAS