El decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca explica de forma didáctica el significado, los ritos, y el procedimiento del cónclave que ha comenzado este miércoles, 7 de mayo, para elegir al sucesor del papa Francisco
DELEGACIÓN DE MEDIOS
El cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco ha comenzado este miércoles, 7 de mayo. En esta entrevista, el decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca, José San José Prisco, ofrece una mirada didáctica y detallada sobre el significado de este proceso, sus ritos y su desarrollo. Además de explicar quiénes pueden ser elegidos, cómo se lleva a cabo la votación o qué ocurre tras la elección, el profesor San José analiza también el papel de figuras clave como el camarlengo, el decano del Colegio cardenalicio y el protodiácono. Una explicación clara y completa para comprender la dimensión espiritual de este proceso eclesial.
¿Qué es exactamente un cónclave y por qué se llama así?
El cónclave es la reunión de los cardenales que están llamados a elegir al próximo papa. Se llama así porque, a partir del siglo XIII, para evitar que hubiera intromisión de gente de fuera, se empezó a realizar en un lugar cerrado con llave. Eso es lo que significa ‘cum clavis’ (‘con llave’ en latín), es decir, a puertas cerradas, sin contacto con el exterior.
¿Quiénes participan en un cónclave y cómo se eligen?
Los que participan son cardenales, quienes son nombrados directamente por el papa. Y pueden participar en el cónclave solo aquellos que tienen menos de 80 años. El Colegio cardenalicio tiene ahora mismo muchos cardenales que superan esa edad. De hecho, las exequias, el entierro del papa fueron oficiados por el decano del Colegio de cardenales, que tiene más de 90 años. Él no va a entrar en el cónclave, aunque esta mañana presidió la misa para elegir al pontífice (Pro eligendo pontifice), con la que se inicia el cónclave.
¿Qué requisitos se establecen para poder ser papa?
Se necesita ser al menos presbítero. Eso es lo necesario, porque está considerada la posibilidad de que los cardenales pueden elegir a un no obispo. Lo que es normal es que se elija entre los cardenales que están en el cónclave —y generalmente son todos obispos—, pero cabe la posibilidad de que elijan a alguien que no esté en el cónclave. En otros tiempos de la historia ha ocurrido. Entonces, manda la normativa, que se le llame, tendría que ir a Roma si es que estuviera fuera, entrar en el aula de la Capilla Sixtina, preguntarle si desea ser papa y, si acepta, ordenarle inmediatamente como obispo.
¿Qué papel tiene el decano del Colegio cardenalicio?
El cardenal decano es el más antiguo del Colegio de los cardenales. Y normalmente, si no tiene más de 80 años, es quien preside todo. Al tener más de 80 años, no puede entrar en el cónclave. Por tanto, la presidencia de las reuniones de los cardenales en el cónclave la asumirá el cardenal de mayor edad, ya que el subdecano también tiene más de 80 años; sino ocuparía su lugar él. Pero ha pasado que tanto el decano y el subdecano los dos tienen más de 80 años. Ninguno de los dos estará en la reunión hoy y, por tanto, quien los va a suplir es el más antiguo del Colegio de cardenales: el cardenal Pietro Parolin, que es el Secretario de Estado.
El decano preside las exequias del Romano Pontífice y, si no tiene más de 80 años, preside también las reuniones del cónclave.
¿Y el camarlengo y el protodiácono?
El cardenal camarlengo lo que ha hecho ha sido verificar el proceso del final del pontificado anterior, la declaración de la muerte del Romano Pontífice anterior —en este caso, el papa Francisco—, y es el que ha dispuesto todo para que se hicieran las exequias y demás actos.
El camarlengo tiene ahora también algunas funciones dentro del cónclave, pero son meramente organizativas.
Y está el cardenal protodiácono. Ese es el cardenal —porque están divididos en tres órdenes: obispos, presbíteros y diáconos— del orden de los diáconos. Todos son obispos, aunque se llamen cardenal del orden de los diáconos, pero son obispos. De ese orden, el más antiguo, es el cardenal protodiácono, el más antiguo, conocido porque es el que va a salir al balcón de la logia a decir ‘Habemus papam’, y anunciará el nombre que tenía como cardenal y el que ha elegido como papa.
¿Qué pasos se siguen para elegir a un nuevo papa?
Pues se vota, es una elección totalmente normal, como la que se puede hacer en cualquier ejercicio democrático de votación. Las votaciones son secretas. Cada uno vota en una papeleta que ya contiene impresa la frase “Elijo como Sumo Pontífice” (en latín). Se pide a los cardenales que pongan el nombre del cardenal elegido, que normalmente es el apellido.
Se les pide que lo hagan con la letra menos reconocible posible. De hecho, se recomienda que escriban con la mano contraria a la que usan habitualmente, para que no se distinga su caligrafía. Esto no tiene mucha trascendencia, porque realmente los escrutadores y el presidente de la mesa —tres escrutadores y el presidente—, encargados de revisar los votos, tienen obligación de, si descubren de quién es la letra, no decir nada. Pero son medidas de precaución para garantizar que el voto sea secreto.
Se hacen las votaciones. Cada una de ellas se lleva a cabo individualmente. Se nombra a cada cardenal por orden de antigüedad, lo que se llama prelación: primero, el más antiguo del orden de los obispos, hasta el más joven; el más antiguo del orden de los presbíteros, hasta el más joven, no de edad, sino de nombramiento como cardenal; y, finalmente los del orden de los diáconos. Uno a uno van caminando hacia el altar —ubicado junto a la pared donde está la escena del Juicio final— y ahí hacen un juramento, afirmando ante Dios, que es el juez, que están votando a quién creen que tienen que votar en conciencia. Luego depositan su voto y regresan a su lugar.
Cuando acaban todos de votar, se recoge la urna, se lleva la mesa donde está la presidencia y ahí los votos son extraídos una de una urna —que no es de cristal ni transparente, sino que es una especie de cazuela de bronce con decoraciones religiosas. De uno a uno se sacan los votos, se pasan por el presidente y los escrutadores y se lleva a la otra. Cada uno de los votos se va cosiendo con un hilo en la parte de la letra E de la palabra ‘elijo’, y se van insertando los demás votos. Cuando se termina, se ata el bloque, y se deja ahí.
Si la votación ha sido eficaz, es decir, si ha superado más de dos tercios de los votos, se considera que el papa ha sido elegido. Como hay 133 cardenales, la mayoría necesaria este año está en 89 votos. Si ha adquirido la mayoría, se le pregunta al elegido si quiere aceptar. Aunque previamente los cardenales han tenido que si le nombran aceptarán. Porque puede haber alguna razón por la que el papa diga que no puede aceptar y que no es de conocimiento público. Por ejemplo, podría padecer una enfermedad muy grave, que limite su tiempo de vida. Tendría que ser una razón gravísima, porque en principio el elegido tiene que aceptar por el bien de la Iglesia. Hecho esto, se manifiesta a la gente lo que ha sucedido a través de la famosa fumata.
La fumata consiste en quemar esos votos en una estufa. El humo que sale antiguamente se hacía con paja húmeda y seca. Si la votación no había sido eficaz, se echaba paja seca que producía el humo negro. Si la votación era eficaz, se echaba paja húmeda para que saliera el humo blanco. Sin embargo, esto a veces era conflictivo, porque el humo salía gris y generaba incertidumbre entre la gente que esperaban a ver si se abría la puerta del balcón: “¿es negra?¿es blanca?”. Si pasaba una hora y el balcón no se abría, era evidente que había sido negra.
Ahora le insertan otra estufa que tiene unos cartuchos especiales de humo negro y blanco. A la hora de quemar las papeletas enchufan el cartucho que es necesario según el color. Y entonces ya no va a haber ninguna duda, como ya ocurrió en el cónclave anterior.
¿Cómo se prepara un cardenal para votar en un cónclave?
Han tenido lugar las congregaciones generales, en las que han participado todos los cardenales que han deseado venir hasta Roma, incluidos aquellos que tenían más de 80 años, para expresar su opinión sobre cómo creen que debe orientarse la Iglesia en el futuro y delinear el perfil del candidato, digamos “perfecto”, para el momento actual. Eso es lo que han estado haciendo en estos días. Evidentemente, esto ha servido también como preparación para todos, de manera que el quien vaya a ser elegido conozca el sentir del Colegio cardenalicio y hacia dónde debe dirigirse la Iglesia.
De hecho, el papa Francisco en varias ocasiones durante su pontificado que esto lo he hecho porque lo pidieron los padres en las reuniones precónclave. Esta vez se han prolongado bastante estas congregaciones generales porque había muchos cardenales nuevos, querían conocerse mejor entre ellos y escucharse. Así, cada cardenal ya va con la idea, más o menos clara, de quién puede ser el candidato, pero sobre todo de cuál son las necesidades reales de la Iglesia en el momento presente, para elegir a la persona que mejor pueda responder a ellas.
Es decir, en cuanto a la preparación personal, creo que ningún cardenal está preparado para ser papa, porque es una responsabilidad muy grande. Es una misión espiritual, que exige ser un hombre de una gran profundidad de fe, de gran amor a la Iglesia, porque la responsabilidad que se le encomienda es grande.
¿Qué papel juega la oración en este proceso?
Sí, bueno, ya hemos visto que el cónclave ha comenzado con la Misa ‘Pro eligendo pontifice’. Ahora, por la tarde, los cardenales empiezan con una una concentración en la capilla Paulina, que está cerca de la Capilla Sixtina, y en esa capilla se reúnen para empezar en oración. Van cantando las letanías de los santos, invocando su intercesión para ese buen discernimiento.
Ha habido muchos momentos de oración durante las congregaciones generales; antes han tenido misas, han tenido diversos actos…. Quiero decir que es, ante todo, un proceso espiritual, no simplemente una especie de razonamiento humano. En todo momento, el Espíritu Santo ha estado presente; la invocación al Espíritu. Cuando se va a votar, se pone a Dios por testigo y se le dice que se vota siguiendo la orientación del Espíritu. Quiero decir, no es una decisión meramente humana, aunque quienes la toman sean hombres como nosotros.
También se ha pedido orar a toda la comunidad eclesial…
Absolutamente. Ya desde hace unos días estamos sensibilizados de que hay que orar. Antes estábamos pidiendo por el descanso del pontífice recientemente fallecido, y ahora se nos pide que pidamos por el buen éxito del cónclave. Es decir, para que los cardenales sean dóciles a la acción del Espíritu Santo y elijan a quien el Espíritu, ha indicado para este cargo.
¿Se puede hacer campaña para ser papa?
Campaña, campaña para uno mismo, no. Yo no puedo hacer campaña para mí, como cardenal. Esto no se puede hacer. ¿Se puede hablar, se puede comentar? Claro que sí. No solo se puede, sino que es necesario. Porque hay que llegar a un consenso. Tened en cuenta que, en el momento en que se entra en el cónclave, ya no hay discusiones: ahí hay votaciones. Las conversaciones se dan entre las votaciones, pero no en el momento de ellas. Ahí no se presenta un candidato ni se habla los pros y los contras. No, no. Eso se hace comiendo, merendando…. “A mí me parece que va por esta línea”…. Eso no está prohibido. Lo que sí está prohibido es hacer campaña oficial, hacer lobbies, decir “vamos a por este”. Un poquito como aparece en la película Cónclave, —es no es la realidad—. Justamente, eso es lo que no pasa.
Es cierto que los cardenales hablan, que cada uno tiene sus preferencias y que pueden comunicárselas. Es más, está previsto en la Constitución Apostólica que rige todo esto que, si no se llega a un consenso, se dé lugar a lo que se llaman “las murmuraciones”, es decir, que hablen, que se entiendan antes. Eso solo no está permitido, está incluso previsto. Pero sin hacer campañas de tipo ideológico o tendencioso, como algunas veces nos hace creer la prensa. No, las cosas son así.
Y tengan en cuenta también que las personas que van son hombres con experiencia en la Iglesia, de gran espiritualidad. No se trata de una cuestión meramente política o humana, para nada. La mayor parte de ellos son gente ya mayor, que tiene mucha experiencia de la vida, que están un poquito más allá de todas estas tensiones que en el mundo parecen tan importantes, y para una gente que ya tiene cierta edad están más que en un tercer lugar.
¿Cuánto suele durar un cónclave?
Los últimos cónclaves han durado muy poco: tres, cuatro o cinco días como mucho. Evidentemente, al haber dado la posibilidad de conocerse, de hablar, de dialogar previamente, no suele tardarse mucho. Quizá, en esta ocasión, las congregaciones generales han sido un poquito más largas, para permitir conocerse mejor, ya que ha habido muchos cardenales de nombrados las últimas etapas, que son de lugares muy remotos del mundo. Muchos ellos no se conocían, y ha habido que dar tiempo a esto.
¿Cuál ha sido el proceso más largo?
Creo que el más largo duró dos años y medio. Pero no ha sido contemporáneamente, precisamente porque entonces no había cónclave como lo conocemos hoy, y había que discutir, había interferencias de fuera. También ha habido cónclaves que han durado solo unas horas el cónclave y ese que comenté que duró tantísimo, acabó con la lección de un papa que duró seis meses, no llegó a medio año porque lo tuvieron que buscar fuera. Era un hombre espiritual, un monje que no quiso ser papa y dimitió. Son curiosidades de la historia.
Los últimos cónclaves han durado poco, menos de una semana, desde Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco, todos han durado muy poquito. Se celebran dos votaciones por la mañana y dos votaciones por la tarde; o sea, cuatro votaciones al día. Son muchas votaciones para ir logrando los consensos, porque para dos tercios de los votos requiere que esté mucha gente de acuerdo.
¿Qué cambios han hecho los últimos papas respecto al cónclave?
La normativa que tenemos para los últimos cónclaves la hizo Juan Pablo II. El papa Benedicto XVI corrigió algo porque, según la Constitución apostólica Universi Dominici Gregis, del papa Juan Pablo II, si después de muchas votaciones y no había consenso, se pedía que se eligiera solo entre los dos canditados más votados. Benedicto XVI modificó esta disposición para que se siguiera el sistema de mayoría cualificada (2/3) hasta el último momento. Esta ha sido la única modificación. El papa Francisco no ha introducido cambios y, por tanto, la forma de elección sigue siendo la misma que instituyó Juan Pablo II.
¿Cómo comienza el cónclave? ¿Hay una ceremonia inicial?
Sí. El cónclave comienza con la eucaristía ‘Pro Eligendo Pontifice’, en la que participan todos los cardenales, presidida por el decano del Colegio cardenalicio, aunque tenga más de 80 años. Una vez terminada, los cardenales comen y descansan un poquito.
Ya por la tarde empieza el cónclave propiamente dicho. Todos se dirigen a la capilla Paulina, donde se reúnen revestidos con hábito coral —el propio de las ceremonias cuando uno no preside—, y van caminando, cantando las letanías, hasta la Capilla Sixtina, que ha sido acomodada para la ocasión. Allí, el cardenal camarlengo pide a todo el mundo que no es cardenal, excepto al predicador, que se vayan fuera, con la famosa fórmula ‘extra omnes’. Se retiran todos y se quedan los cardenales y personal necesario para el proceso. Antes de empezar las votaciones el predicador hace una exhortación, que no conocemos el contenido, pero suele ser este donde les insta a que voten, a que reflexionen y lo hagan todo según el Espíritu. Y una vez que termina la predicación, los cardenales, uno por uno, hacen juramento de guardar secreto, y de votar en conciencia. Luego empiezan las votaciones.
Lo normal será que a las 16:30 horas empiece la predicación. Por lo que hacia las 17:30 horas podría realizarse una votación, y por la tarde, hacia las 19:00 horas más o menos sabremos el resultado y habrá fumata. No es previsible que a la primera salga el candidato, pero si el Espíritu lo quiere, a esa hora sabremos —con fumata negra o blanca—, qué ha pasado esta tarde.
Al día siguiente, los cardenales desayunan, celebran su misa ordinaria (ya no es Pro Eligendo Pontifice) y después regresan otra vez a la Capilla Sixtina. Por la mañana se realizan dos votaciones. Si la primera es eficaz, saldrá la fumata blanca, si no, no habrá nada, ninguna fumata. Si la segunda votación de la mañana es eficaz, saldrá la fumata blanca; si no, saldrá la fumata negra. La fumata siempre es después de dos, ineficaces o cuando haya una eficaz, de tal manera que en cuanto haya elección, el blanco saldrá rápidamente. Si en la mañana, hacia las 10:00 horas o así, no hay una primera fumata significa que la primera votación que han hecho no ha servido. En la segunda, hacia las 12:00 horas, habrá fumata, podrá ser blanca o negra, según el resultado. Siempre al final de la mañana o a final de la tarde, a no ser que antes sea blanca, porque se produzca la elección.
Fotos: Vatican News
¿Dónde se alojan los cardenales durante el cónclave?
Los cardenales se alojan en un edificio bastante grande, con más de 150 habitaciones, que se llama la Casa de Santa Marta. Esta residencia no existía hasta Juan Pablo II mandó construirla. Habitualmente es una residencia para curas, obispos y arzobispos que trabajan en la curia. Muchos de ellos viven allí de forma habitual. El problema es que si tú vives allí y te sorprende un cónclave tienes que vaciar tu habitación para que entren los cardenales. Esto es lo que ha pasado ahora.
La Casa Santa Marta, que es una residencia al uso, es donde ha estado viviendo el papa Francisco, porque él ha querido, porque normalmente los papas hasta Francisco han vivido en el Palacio apostólico —la parte superior derecha del palacio, mirando a San Pedro—, donde el papa sale para rezar el Ángelus. Allí se encuentran las habitaciones papales.
Sin embargo, Francisco no quería estar aislado en un “palacio de cristal” y se fue a vivir con los curas a la Casa Santa Marta. Eso está muy bien pero tiene sus dificultades, porque el papa a veces necesita tranquilidad y privacidad. Y, evidentemente, el piso donde él ha estado viviendo, ha sido reservado al papa. Como ahora han venido más cardenales de los que previsto —133 en total, cuando lo habitual es alrededor de 120—, y una planta de la Casa Santa Marta está inhabilitada (por estar todavía ocupada con las pertenencias del papa saliente, hasta que el nuevo pontífice disponga qué hacer con ellas), la Constitución Apostólica establece que si hay alguno más que cumpla las condiciones, entra también en el cónclave, pues han tenido que habilitar habitaciones en otra casa que hay al lado para el resto. Las estancias se han designado por sorteo.
Conviene recordar que el papa Francisco se quedó en la habitación que le tocó por sorteo cuando fue elegido.
Esta noche todos duermen en la Casa Santa Marta, porque hasta estos días cada uno ha dormido donde ha podido en Roma, y ya no pueden salir a la calle ni tener ningún tipo de comunicación con el exterior.
Esta casa la mandó a hacer Juan Pablo II porque él había sufrido lo que significaba un cónclave en condiciones precarias: en habitaciones prefabricadas de madera, sin baños, gente mayor con dificultades,… Él fue elegido muy joven, tenía poco más de cincuenta y tantos años, y quiso que los cardenales pudieran tener un sitio donde dormir tranquilos y en condiciones dignas durante el cónclave. Entre cónclave y cónclave esta casa no está vacía, repito, es una residencia sacerdotal como la que hay aquí en la diócesis.
¿Cómo evitan los cardenales el contacto con el exterior?
El contacto con el exterior, hoy en día, requiere medidas extraordinarias. Antiguamente bastaba con cortar los teléfonos fijos. Actualmente, se han dispuesto inhibidores de frecuencia, para que ni por radio ni por teléfono se pueda comunicar uno. Evidentemente, en las habitaciones hay intercomunicadores para que los cardenales puedan hablar, pero no hay contacto telefónico con el exterior.
Y todo el personal que atiende de alguna manera a este grupo de cardenales están obligados a guardar secreto. Han prestado juramente todos ellos. ¿Por qué? Por lo que estábamos diciendo antes, aunque los cardenales no pueden decir nada de lo que sucede dentro del aula, pueden comentar durante las comidas o cenas. Y la persona que sirve los platos podría escucharlo aunque no entienda el contexto de lo que han hablado, no lo puede difundir. Por eso, todos los que están empleados, gente de máxima confianza de la casa, han hecho ya su juramento de guardar secreto de todo lo que oigan en boca de los cardenales. Y no existe comunicación con el exterior.
Si hay alguna necesidad urgente —por ejemplo, que un cardenal tenga que ser hospitalizado—, le trasladan fuera de la Casa Santa Marta y deja de estar ya en el cónclave. Si la dolencia es menor y tiene que estar en la cama y no precisa hospitalización, habría que ir a pedirle el voto al dormitorio donde está. De hecho hay una urna especial con candados. En el caso de que haya un cardenal enfermo, los escrutadores —3 personas—, van con la urna, el cardenal deposita el voto, la llevan de vuelta al aula, se abre ahí mismo la urna, se saca el voto, se mete con los demás votos y ya se hace el escrutinio.
Aunque falte algún cardenal no pasa nada. De hecho, dos de los cardenales electores llamados al cónclave , uno de ellos español, no han podido asistir porque están enfermos.
¿Cómo se anuncia oficialmente que hay nuevo papa? ¿Qué ritual se sigue después?
Una vez que la votación es eficaz, es decir, que el candidato tiene 2/3 de los votos, si está presente, se le invita a ponerse en pie y se le pregunta si acepta. Si acepta, se le pregunta qué nombre ha elegido como pontífice. Todo eso lo hace el cardenal que está presidiendo el cónclave.
Una vez finalizado, el nuevo papa es llevado a una habitación, llamada “de las lágrimas”, donde se viste. Allí tienen preparadas varias sotanas blancas de varios tamaños. Para que se ponga la que mejor le quede. Y luego se pone la muceta y la estola roja. Una vez que ya está preparado, los maestros de ceremonia que han sido invitados a entrar, y el cardenal más bajo del orden de los diáconos, salen con el protodiácono, que es el que anuncia.
Se dirigen hacia el balcón, se abre, y el primero que sale el anunciador, que proclama ‘Habemus papam’, dice el nombre del cardenal y qué nombre ha elegido como pontífice. Y, seguidamente, sale el papa para saludar al pueblo de Dios y conceder la primera bendición Urbi et orbe. Esa es la ceremonia.
Después de presentarse el nuevo papa, ¿cuáles son los primeros pasos que se dan?
Una vez que ha impartido la primera bendición al pueblo de Dios, el nuevo papa vuelve a entrar y empieza a tomar las primeras decisiones. Primero, dónde va a vivir, que fue lo que hizo Francisco. Segundo, hay que mandar un sastre que confeccione una sotana a su medida. La casa Gammarelli, muy famosa de Roma, es la que suele hacer estos trajes al papa, la sotana blanca.
Como curiosidad, la sotana del papa es blanca desde que un papa dominico decidió no quitarse el hábito blanco. Y, a partir de entonces, los papas usan hábito blanco.
El papa empieza a tomar las primeras decisiones. Lo normal es que confirme a todos los cargos que tenía el pontífice anterior hasta nueva decisión, ya que, hasta ese momento todo queda en el aire: los cargos de la curia, de los dicasterios,…
Y así empieza la vida normal de la Iglesia, que no se ha parado nunca, porque la Iglesia ha seguido trabajando y ha seguido en las cuestiones ordinarias. Aunque, al no haber papa, si hay cuestiones extraordinarias, no se pueden determinar hasta que el nuevo pontífice. Lo normal es que confirme a todos los cargos hasta nuevo aviso y vaya tomando las primeras decisiones.
¿En qué se basan los papas para elegir sus nombres?
Lo sabemos porque ellos lo han dicho. Por ejemplo, Francisco dijo que había elegido este nombre. Yo mismo, cuando salió a la logia y dijo que se llamaría Francisco, pensé que como jesuita lo hacía por Francisco Javier, que es el gran patrón evangelizador. Pero no, pronto aclaró la razón. Ha sido por Francisco de Asís, porque dice que cuando a él le eligieron, el cardenal que tenía al lado le dijo: “no te olvides de los pobres”. ¿Y quién es el pobre más pobre de los pobres como Santo? Pues, San Francisco de Asís. Y eligió ese nombre. Y, de hecho, su pontificado ha estado jalonado por gestos permanentes que muestran que no se olvidó nunca de los pobres.
Juan Pablo II lo eligió su nombre porque a Juan Pablo I no le había dado tiempo a desarrollar nada. Estuvo un pontificado prácticamente de un mes. Juan Pablo I, quería unir el ímpetu de Juan XXIII y de Pablo VI. Bueno, el que venga, pues no sabemos si querrá llamarse Francisco II, Juan Pablo III, o Juan XXIV o Benedicto XVII. Es verdad que la forma de elegir el nombre es también un estilo de querer vivir el pontificado. Benedicto XVI también lo dijo. Él venía de Benedicto XV, un papa muy firme en la doctrina, un hombre muy entregado de Iglesia y con las ideas muy claras. Y creo que que también Benedicto XVI fue un poquito así. Uno se identifica más, puede ser con otro papa o puede ser en el caso de Francisco, con un santo, porque hasta el momento no había habido ningún papa anterior que hubiera elegido este nombre.
