El vicario de pastoral de la Diócesis de Ciudad Rodrigo ha participado en el Jubileo de los equipos sinodales celebrado en Roma, que reunió a más de 2.000 representantes de todo el mundo
DELEGACIÓN DE MEDIOS
El vicario de pastoral de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, Antonio Risueño, participó del 24 al 26 de octubre en el Jubileo de los equipos sinodales y de los organismos de participación, celebrado en Roma. Más de 2.000 representantes de diócesis y organismos eclesiales de todo el mundo se dieron cita en este encuentro convocado para compartir las orientaciones del documento de la XVI Asamblea del Sínodo de los Obispos, centrado en la sinodalidad.
Risueño describe la experiencia como «muy intensa», ya que apenas al llegar a Roma se incorporó a la primera sesión de trabajo. «A las tres y media de la tarde comenzó un encuentro con tres horas de conferencias a cargo de representantes de realidades sinodales muy distintas, y después llegó el papa, se sentó, escuchó y respondió con una espontaneidad y una frescura enormes«, recuerda. Para el vicario, aquel momento fue especialmente significativo porque «uno se encuentra con personas de carne y hueso, con preocupaciones, inquietudes, dudas y profundas convicciones. Nada está acabado ni es perfecto, sino que todo camina».
Durante esos días, los participantes pudieron compartir experiencias sobre el camino sinodal emprendido en sus diócesis. Antonio Risueño considera que este proceso tiene una trascendencia histórica dentro de la vida de la Iglesia: “El Sínodo de la Sinodalidad es el acontecimiento estratégico más importante que ha tenido la Iglesia después del Concilio Vaticano II, se está hablando incluso de que el documento final actualiza el Concilio y podría desembocar, en su momento, en uno nuevo; no para inventar nada, sino para clarificar caminos y modos de proceder». En su opinión, la clave está «no tanto en preocuparse por los resultados o la clausura, sino en que el camino no se detenga».
Una escucha «atenta»
El vicario civitatense también participó en uno de los grupos de trabajo organizados durante el jubileo, junto a más de 200 referentes sinodales de distintos países y diócesis. «Escuché mucho —relata— y me di cuenta de que faltaba algo esencial: la escucha atenta, por eso mi intervención fue en esa línea, y lo dije con humildad, porque no era una genialidad, sino algo que he aprendido y que considero imprescindible en todo proceso sinodal». Su aportación fue recogida con interés por los asistentes y, como recuerda con una sonrisa, «el obispo referente para España, Mons. Francisco S. Conesa, incluso me hizo una foto mientras intervenía».
Ya de regreso en Ciudad Rodrigo, el trabajo continúa. Antonio Risueño explica que el Grupo Camino Sinodal, formado por siete personas, «se ha puesto en marcha en cuanto los obispos enviaron las fichas de lectura del documento final». Según detalla,»nos hemos repartido las tareas para poder elaborar un documento de trabajo que se irá abordando cada mes en los arciprestazgos».
El vicario de pastoral subraya que el reto no está en alcanzar una meta, sino en mantener el proceso vivo: «Debemos escapar de la ansiedad por llegar y centrarnos en caminar con seriedad, verdad, autenticidad y diligencia». En esa misma línea, considera que uno de los desafíos más importantes para la diócesis es dar más participación y dinamismo a los organismos de participación que ya existen, como los Consejos Pastorales. “A ellos hay que darles camino, verdad y trabajo”, afirma.