El vicario de pastoral, Antonio Risueño, presenta el nuevo curso en la Diócesis de Ciudad Rodrigo, que tendrá como eje la espiritualidad, dentro de un Plan quinquenal que abordará progresivamente la Palabra, la liturgia, la caridad y la comunión
Con la convicción de no abandonar la línea espiral de la vida pastoral de nuestra Iglesia local de Ciudad Rodrigo, afrontamos un nuevo curso dentro del Plan quinquenal de Pastoral, aprobado por los distintos organismos de pastoral diocesana. El citado Plan de Pastoral está en continuidad con las directrices del Sínodo de la Sinodalidad y entroncado en el Jubileo de la Esperanza. Asimismo, tiene como punto de referencia capital, las propuestas y opciones de fondo que descubrimos en la Asamblea Diocesana del año 2014.
Dicho plan abarcará cinco cursos pastorales, teniendo en cuenta las siguientes áreas de la evangelización: la espiritualidad, el anuncio de la Palabra de Dios, la celebración litúrgica, el ejercicio de la caridad y la vivencia de la comunión. Sin perjuicio de integrar otras iniciativas de la Iglesia Universal, cada año se incidirá, desde su temática universal, cada año se incidirá, desde su temática concreta, en la programación y reflexión arciprestal; en la programación de las delegaciones que deriva a las parroquias; en la catequesis de adultos, adolescentes y niños; y en otros ámbitos de la vida pastoral diocesana.
En este curso que ahora comienza nos centraremos en La espiritualidad, con el objetivo primordial de estimular y desarrollar nuestra experiencia teologal; ya que los actuales cristianos necesitamos, de manera imperiosa, coger fondo como hombres y mujeres de fe. Buscaremos los elementos que nos afiancen como hombres y mujeres de fe, caminando por las sendas procesuales de la conversión interior, con una espiritualidad sinodal que nos permita volvernos al Señor, abriendo nuestra vida progresivamente a Dios.
En el curso 2026-2027 abordaremos El anuncio de la Palabra de Dios, donde nuestra Iglesia particular, una vez más, se embarcará en la tarea de profundizar en la acogida y el anuncio de la Palabra de Dios en una dinámica de retroalimentación progresiva; en la que la Palabra se afiance como centro esencial de la vida cristiana. De manera que el anuncio del Evangelio resuene con fuerza en cada persona creyente y, por consiguiente, en cada comunidad.
En el curso 2027-2028 pondremos especial atención en La celebración. Contemplaremos cómo el Señor se nos sigue dando en la celebración litúrgica y cómo en ella lo acogemos. Profundizaremos en la certeza de que la Iglesia que surge de la Pascua como experiencia festiva, que resuena en los sacramentos y la oración como parte nuclear de la vida de la Iglesia, que refuerza y alimenta la vida cristiana.
En el curso 2028-2029, La caridad tendrá especial relevancia en nuestro quehacer pastoral. Prestaremos atención a la llamada que la Iglesia tiene de servir el Evangelio de vida y la caridad de forma efectiva. Nuestra condición cristiana y eclesial, nos impulsa a potenciar el compromiso caritativo entre todos nuestros hermanos y hermanas con los que compartimos la existencia, de forma ineludible con los más vulnerables y necesitados. Asimismo, hemos de buscar caminos que nos ayuden a intensificar un verdadero servicio y diálogo con el mundo en el que vivimos.
Y, finalmente, en el curso 2029-2030, fijaremos nuestra mirada en La comunión, profundizando en la convicción de que el amor de Dios ha de ser compartido. Buscaremos en la comunión nuestra mayor razón de ser Iglesia-comunión: que, en el amor de Dios, somos hijos en el Hijo y hermanos en el Hermano. Y, por ese amor de Dios, la vida se hace bienes dones, tareas y caminos compartidos.
En este nuevo curso, con la atención a la espiritualidad como objetivo, seguimos insistiendo en abrazar la comunión, la participación y la misión, siguiendo el ejemplo de los primeros cristianos y en sintonía con las llamadas del Espíritu Santo. Confiamos en seguir creciendo juntos, escuchándonos, discerniendo en comunidad y actuando como una pequeña, pero viva, porción de la Iglesia de Cristo.
Antonio Risueño, vicario de pastoral