El obispo, Mons. José Luis Retana, junto al ecónomo diocesano y tres laicos, presentó la campaña del Día de la Iglesia Diocesana, en la ha invitado a redescubrir la pertenencia y compromiso con la comunidad cristiana
DELEGACIÓN DE MEDIOS
La Diócesis de Ciudad Rodrigo ha presentado este viernes, 7 de noviembre, la campaña del Día de la Iglesia Diocesana, que se celebrará este domingo, 9 de noviembre bajo el lema: Tú también puedes ser santo». Un encuentro presidido por el obispo, Mons. José Luis Retana, acompañado por el ecónomo diocesano, Manuel Domínguez, y tres laicos: Rafaela Sánchez, Tita Corchete y Juan Antonio Pereña, que compartieron su testimonio de vida y de fe.
El obispo subrayó que esta jornada es «una oportunidad para detenernos y reconocer lo que somos, lo que hacemos y lo que queremos ser como Iglesia». Asimismo, recordó que la santidad «nace del bautismo», un momento en el que el Señor «nos abraza y nos dice: me perteneces, pase lo que pase, yo estaré contigo».
Mons. José Luis Retana destacó además dos palabras clave para comprender el sentido de la campaña: corresponsabilidad y transparencia. «Una persona que es consciente de pertenecer a la Iglesia es corresponsable con ella —afirmó—, y la transparencia suscita credibilidad y confianza, y la Iglesia quiere ser una casa de cristal, con las puertas abiertas, donde todos puedan ver cómo se administran sus bienes».
Un incremento de las aportaciones
Por su parte, el ecónomo diocesano, Manuel Domínguez, presentó los datos económicos del ejercicio de 2024, que cerró con un presupuesto de 2.906.250,19 euros, tal y como se desprende del balance de actividad recogido en la publicación «Nuestra Iglesia». Destacó el aumento de las aportaciones de los fieles y de la asignación tributaria, así como el esfuerzo de las parroquias por sostener su vida pastoral a pesar del envejecimiento y la despoblación de los pueblos. También señaló el papel del portal www.donoamiiglesia.es y las donaciones y legados, que han hecho posible, entre otras actuaciones, la rehabilitación de la casa parroquial de La Fuente de San Esteban y la puesta en marcha de un piso en Salamanca capital, cuyos fondos de alquiler se destinan a la parroquia de San Felices de los Gallegos, conforme a la voluntad expresada por el donante.
Domínguez agradeció todas las donaciones que recibe la diócesis y resaltó que «aunque sean pequeñas siempre ayudan a que la labor de la Iglesia permanezca».
La presentación contó con los testimonios de tres laicos, ejemplos de compromiso y servicio en sus comunidades. Rafaela Sánchez y Tita Corchete, feligresas de Fuenteguinaldo, compartieron cómo su fe se concreta en gestos sencillos: abrir la iglesia, tocar las campanas, formar parte del coro o mantener viva la devoción popular y el compromiso social a través de la asociación cultural Las Damajuanas. «Lo hago con toda mi fe —expresó Tita—, la fe cristiana que tengo es colaborar en todo lo que pueda y con buena voluntad». Además, apuntó la gran labor que realizan las mujeres en su parroquia, en la catequesis, la limpieza del templo, la animación de la liturgia, «colaboran muchísimo en la iglesia», añadió, reconociendo el papel discreto pero esencial de tantas mujeres que, con su tiempo y sus dones, mantienen viva la vida parroquial día a día.
Rafaela Sánchez, por su parte, relató cómo su implicación en la vida parroquial y en la asociación le ayudó a superar la soledad tras la pérdida de su marido. «Encontré en la comunidad una familia que me hizo salir, compartir y sentirme una más», confesó emocionada. Contó también que a diario reza el santo rosario y sigue la eucaristía por televisión, algo que la hace sentirse «muy feliz», porque es algo que siente «que tengo que hacer por la Iglesia», además de colaborar en lo económico.
El acompañamiento
También intervino Juan Antonio Pereña, voluntario de Cáritas Diocesana de Ciudad Rodrigo, que habló de su compromiso con los más vulnerables: «Mi voluntariado consiste en dar un poco de lo que tengo constantemente: mi tiempo, mi vida, mi forma de ser, y en Cáritas siempre hay mucho trabajo y muchos proyectos por llevar a buen fin, pero sobre todo hay personas que necesitan ser guiadas».
El encuentro concluyó con un llamamiento a seguir construyendo una Iglesia viva, cercana y comprometida, donde cada bautizado descubra que la santidad es posible en lo cotidiano, desde la entrega silenciosa y la corresponsabilidad compartida.