Una llama de esperanza recorre la diócesis por el Domund

La comunidad diocesana respondió a la llamada del papa León XIV con su oración y generosidad, apoyando la tarea evangelizadora y misionera de la Iglesia

DELEGACIÓN DE MEDIOS

El Domund 2025 se vivió intensamente en la Diócesis de Ciudad Rodrigo a lo largo del fin de semana del 19 de octubre. La Vigilia de la Luz, la colecta infantil con las huchas del Domund y las celebraciones parroquiales del domingo expresaron la alegría de una Iglesia que reza, anuncia y comparte para sostener la misión en todo el mundo.

Tal como recordó el papa León XIV en su mensaje para esta jornada, «la fe, la oración y la generosidad tienen la fuerza de transformar comunidades enteras». Esa llamada cobró vida en la diócesis: en los niños que salieron con sus chalecos amarillos y sus huchas azules, en las familias que colaboraron con las misiones y en quienes, desde la oración, mantienen viva la llama del Evangelio. 

“Misioneros de esperanza entre los pueblos”, así rezaba el lema de la Jornada Mundial de las Misiones de este año. Una campaña que inició sus actividades el viernes, 17 de octubre, en la iglesia de El Sagrario con la Vigilia de la Luz, que presidió el delegado diocesano de Misiones, José María Rodríguez-Veleiro. La celebración combinó momentos de oración y testimonio que invitaron a los participantes a reavivar en su interior la llama misionera a la que todos estamos llamados por nuestro bautismo.

La parte central de la vigilia estuvo marcada por la presencia de dos testigos de la misión. Por un lado, la hermana Elisabeth, de las Misioneras de la Providencia y natural de Kenia, habló de cómo se vive la fe en su país, la alegría de las celebraciones y la entrega de tantos misioneros que trabajan en contextos difíciles. Por otro, intervino el obispo emérito de Cajazeiras (Brasil), Monseñor José González, natural de Sobradillo, quien lleva más de sesenta años en tierras brasileñas. En su intervención, resaltó que la misión de la Iglesia es «anunciar a Jesús vivo, muerto y resucitado” y dio gracias a Dios por su vocación y haber podido dedicar su vida “a la promoción de la vida humana allí donde faltaba dignidad”.

Durante la celebración, se llevó a cabo un gesto simbólico: el encendido de unas velas, signo de la luz, de la esperanza, que cada cristiano está llamado a llevar al mundo a través de la oración, el testimonio y el apoyo económico

Una luz que se encargaron de llevar a las calles los niños que colaboraron al día siguiente en la colecta del Domund. Los niños y niñas, acompañados por mayores y por el propio delegado de Misiones, recorrieron el centro de la ciudad con sus huchas azules, invitando a los ciudadanos a colaborar con las misiones. 

El domingo 19 finalizó la celebración con la eucaristía del Domund, en todas las parroquias de la diócesis, con la oración y la colecta especial para sostener la actividad de los misioneros en los 1.121 territorios de misión.