La parroquia de El Salvador acogió una eucaristía de acción de gracias por los 60 años de vida consagrada de esta religiosa comboniana de Martiago, que sigue anunciando con alegría el Evangelio
DELEGACIÓN DE MEDIOS
“He sido muy feliz porque fue una llamada verdaderamente de Dios”, así resumía la misionera comboniana, sor Teresa Herrero, lo que han significado sus 60 años de consagración religiosa.
El pasado 28 de septiembre, la parroquia de El Salvador acogió una eucaristía de acción de gracias en la que la diócesis se unió para celebrar la vida consagrada al servicio de Dios y de la misión de esta religiosa natural de Martiago. La celebración estuvo marcada por la gratitud y el reconocimiento a su testimonio de fidelidad y alegría.
Tras más de cuatro décadas en Esmeraldas (Ecuador), donde recorrió decenas de pueblos para anunciar el Evangelio y acompañar la vida de la gente, Sor Teresa se encuentra ahora destinada en Madrid. Pero este aniversario lo quiso celebrar en su diócesis natal: “Para mí es muy importante porque es la tierra que me vio nacer, donde verdaderamente Dios ya me puso la semilla de misionera”, señalaba en El Espejo de la Diócesis.
De su experiencia en Ecuador recuerda el esfuerzo de acompañar a más de 80 pueblos junto al párroco y otra hermana, “nos teníamos que dividir para llegar a todos al menos una vez al año”. En esos pueblecitos hacían un poco de todo “de enfermera, de albañil, atendían el campo… Se enseñaba a cultivar verduras, a criar animales y, sobre todo, a conocer a Jesucristo y cómo hablar con Él”, explica.
Aunque partió para servir, reconoce que ha sido ella quien más se ha enriquecido con todo lo recibido: “A veces pensamos que vamos a dar a la gente y, muchas veces, es al contrario; es la gente la que nos da a nosotros». Después de tantos años en la misión confiesa que esta experiencia la ha marcado profundamente: «He visto cómo viven con pocas cosas, sin quejarse de nada, contentos y felices, y eso para mí era una gran cosa”.
El carisma de las combonianas se centra en la evangelización en las periferias existenciales, siendo puente entre las gentes, a través de la colaboración con las iglesias locales. Su vida está marcada por la pasión por comunicar la Buena Noticia y el compromiso con la justicia, la paz y la solidaridad. «Nuestro carisma es puro misiones», sostiene sor Teresa, «no tenemos colegios ni nada más que la misión. Todas estamos destinadas a la misión, unas en África, otras en América Latina…”, detalla. Actualmente, las religiosas combonianas están presentes en treinta países de cuatro continentes.
Pero la misión está en todas partes, recuerda Sor Teresa: “Aquí también hay más religiosas que pueden hacerlo, mientras nosotras, si tenemos salud, nuestro carisma es ir donde no hay tantas religiosas. Muchas veces dejamos la ciudad y nos fuimos más al campo, precisamente porque somos misioneras”.
Esta celebración en la iglesia de El Salvador abrió el camino hacia octubre, el mes de las misiones, en el que la Iglesia pone en valor el testimonio de los misioneros y misioneras que, como sor Teresa, anuncian con alegría el Evangelio.
Fotos: DAV

