Funeral de la Hna. Dolores Acevedo (Colegio de las Misioneras de la Providencia, Salamanca)

Raúl Berzosa: «Fue una mujer auténtica, de una gran vida espiritual; Dios era su centro, con una gran entrega a los demás, sobre todo a sus alumnos, escuchando, comprendiendo y tendiendo la mano siempre a quien lo necesitara» 

Queridos hermanos sacerdotes, queridas Hermanas Religiosas Misioneras de la Providencia, queridos familiares de la Hna. Dolores, queridos todos, profesores, alumnos y padres:

Justamente el Domingo pasado, en el Patio del Colegio de Ciudad Rodrigo, antes de emprender la marcha de la Santa Infancia, me comentaron que la Hna. Dolores había empeorado mucho en su salud. Recé en silencio por ella y me atreví a decir esta oración en mi interior: “Nosotros hoy caminaremos hacia Ivanrey y ella, Señor, muy pronto caminará a tu presencia. Ayúdala y acógela como lo que siempre fue: sierva buena y fiel”.

¡Qué suerte, la de la Hna. Dolores, a pesar de la cruz de los últimos años! Desde muy joven, supo elegir el tesoro más precioso y preciado de la Vida: al Señor, como Esposo. Y se consagró a Él y, en Él, a los demás, especialmente con este carisma de la Enseñanza.

Esta misma mañana, sus Hnas. de comunidad me enviaban una breve reseña de la vida de Hna. Dolores, que deseo compartir con todos los presentes:

La Hermana Mª Dolores Acevedo Llopis nació en La Granja (Cáceres), el 18 de marzo de 1932. Muy pequeña se trasladó con su familia a Salamanca donde permaneció toda su infancia y juventud.

Realizó sus estudios en el Colegio de las Siervas de San José hasta comenzar la carrera de Magisterio en la Normal. Perteneció a la Acción Católica femenina, y frecuentaba las reuniones de jóvenes dirigidas por el  Fundador de la Congregación, Don Joaquín Alonso, que era en aquellos momentos el consiliario de la Acción Católica femenina.

En estas reuniones comenzó a sentir la llamada del Señor y, dirigida por Don Joaquín, hizo la opción más importante de su vida: entregarse a Dios por entero en la vida de especial comnsagración.

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Día de la Infancia Misionera

Raúl Berzosa: «La Infancia Misionera es, sobre todo, una escuela de fe y solidaridad»

Tras la marcha se celebró la Eucaristía en Ivanrey.

Queridos hermanos sacerdotes, queridos niños, queridos papás, queridos todos:

Hemos venido caminando desde Ciudad Rodrigo. ¡Y ya es el octavo año que lo hacemos! ¿Por qué? – Porque es La Jornada de Infancia Misionera; la gran fiesta misionera de los niños. En este año, 2018, La Infancia Misionera cumple 175 años de vida. En su origen se llamó “Santa Infancia”, como quiso su fundador, Mons. Forbin-Janson, en 1843.

¿Qué es la Infancia Misionera? – Sobre todo, una escuela de fe y de solidaridad. Nos enseña, a los más pequeños, a dar testimonio de nuestra fe y a ayudar a los misioneros que atienden a los niños más necesitados y que tanto sufren en muchas partes del mundo. ¡

¿Qué se nos pide a los niños cristianos en este día?… – Tres cosas:  lo primero, rezar por los misioneros  para que nunca les falte la fuerza de Dios y, al mismo tiempo, rezar por los niños que ellos atienden con tanto cariño; segundo, donar nuestros pequeños ahorros porque los misioneros necesitan ayuda para poder cumplir sus tareas evangelizadoras y de promoción humana y social; y, lo más importante: ser nosotros mismos pequeños misioneros… Por eso, el lema de este año es muy bonito: “Atrévete a ser misionero”. ¿Qué queremos decir con este lema?…

“Atrévete…”, porque muchas veces los niños “os picáis” unos a otros diciéndoos: “¿A qué no te atreves?”… ¿A qué no te atreves en esta ocasión?… – A lanzarte a la misión, a dar el salto a lo que venimos repitiendo: a ayudar a los misioneros y a los niños que están en las misiones, y a ser tú mismo misionero. Para ello, te tienes que apoyar en un gran Amigo, que nunca falla: Jesús, que fue el primer y gran misionero. Y Jesús Niño, presente en ti desde el día de tu Bautismo, quiere que seas sus ojos, su corazón y sus manos. Ojos, corazón y manos de Niño… ¿Y por qué no soñar que, tal vez algún día, Dios también te quiere como misionero y gastar toda tu vida en la misión?…

¿Sabéis Quién mueve de verdad la Misión y los corazones de los misioneros? – El Espíritu Santo, que es la fuerza más grande de Dios. Este Espíritu nos hace vencer todos los males y todas las dificultades. ¡Nos hace ser muy atrevidos! Y, lo más importante: cambia a las personas por dentro, y nos hace vivir “no para nosotros mismos”, de forma egoísta, sino vivir según lo que Dios quiere de nosotros y poder cambiar el mundo para que sea más humano y más fraternal. Como las dos cosas que estamos celebrando en la Eucaristía de hoy: al mismo tiempo, la presencia de Jesús entre nosotros y el ser comunidad de personas que se quieren de verdad. ¡Qué suerte! Damos gracias a Dios por todas las cosas buenas que en nuestra vida nos ha regalado. Y, sobre todo, le damos gracias ¡porque somos misioneros atrevidos!

+ Cecilio Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo

El obispo presidió la Eucaristía.

Palabras en el Día diocesano del Catequista

Raúl Berzosa: «El Catequista siempre debe partir desde Cristo en un doble movimiento: ser discípulo y, después, misionero»

Queridos hermanos sacerdotes; queridas Teresianas, especialmente Pilar y Gloria, responsables de la Delegación de Catequesis, queridas consagradas; queridos catequistas, queridos todos:

en este día tan bonito, en el que nos reunimos los catequistas de los diversos arciprestazgos diocesanos, quiero fijar mis palabras en dos momentos: primero, resaltar algunos rasgos de la vida de San Enrique de Ossó y, en segundo lugar, regalaros algún mensaje del Papa Francisco a los catequistas de hoy. Gracias por vuestra presencia y por vuestra dedicación en este necesario ministerio profético. En este año en que celebramos como objetivo pastoral el reforzar las comunidades cristianas, ¿qué sería de nuestras comunidades sin vuestro ministerio?…

Enrique Ossó nació en 1840, en Vinebre, cerca de Tortosa. Leyendo la vida de Santa Teresa descubrió su vocación sacerdotal. Siempre quiso sentirse, como la santa abulense, “hijo de la Iglesia”. Fue ordenado en 1867 y se dedicó, prioritariamente, a la catequesis juvenil y a las misiones populares; sin descuidar el apostolado de la prensa. Editó la Revista Teresiana, El amigo del Pueblo, Una guía del catequista y hasta un Catecismo para obreros.

Como fundador, ideó un Instituto de Hermanos Josefinos y otro de Misioneros Teresianos. Pero su gran obra fue la Compañía de Santa Teresa, fundada en 1876, convencido ya entonces de que “el mundo será lo que sean las mujeres”. No le faltaron pruebas y tribulaciones, como la división interna de un convento de Carmelitas Descalzas, que él había levantado, o la división dentro de su misma fundación de Teresianas. Lo superó con el mismo espíritu de las Santa: “Todo se pasa. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta”. Falleció el 27 de enero de 1896. D. Marcelo González escribió una biografía titulada: “D. Enrique de Ossó o la fuerza del sacerdocio”.

Para nosotros, hoy y aquí, también “la fuerza de la Catequesis”. ¿Qué mensaje nos regalaría a nosotros, catequistas del siglo XXI?… – Permitidme que lo haga a través de nuestro querido Papa Francisco. El 27 y 29 de Septiembre de 2013, habló a Catequistas de todo el mundo, con estas tres claves: lo primero que debe tener claro un catequista es su identidad: “somos catequistas”, no solo “trabajamos” como catequistas. Ser catequista es una vocación y un servicio. Ser catequista significa dar testimonio de la fe y ser coherente con la propia vida. Catequista es quien custodia y alimenta la memoria de Dios; la custodia en sí mismo y sabe despertarla en el corazón de los demás. El catequista es precisamente un cristiano que pone esta memoria al servicio del anuncio; no para exhibirse, no para hablar de sí mismo, sino para hablar de Dios, de su amor y de su fidelidad. Habla y transmite todo aquello que Dios ha revelado. Esto requiere esfuerzo y compromete toda la vida.

Alrededor de un centenar de personas han participado en el encuentro.

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El Salvador

Entregados los diplomas del concurso de cómic de Infancia Misionera

La parroquia de El Salvador de Ciudad Rodrigo ha acogido al entrega de diplomas del concurso de cómic de Infancia Misionera. Medio centenera de niños de la diócesis participaron en esta certamen que estaba dividido en varias categorías. La entrega se ha realizado en esta parroquia ya que la mayoría de niños participantes pertenecían a la misma.

Por otra parte, la eucaristía del domingo ha estado presidida por el misionero Daniel Mateos, que desciende de Ciudad Rodrigo, y que ha contado parte de su trabajo en Angola.

Los niños muestran sus diplomas junto al misionero, Daniel Mateos.