Inauguración curso pastoral

dsc_0147Raúl Berzosa: «Estamos llamados a la renovación, a hacer obras en nuestra propia casa, a reformarnos»

Queridos hermanos sacerdotes, especialmente queridos Vicarios y Arciprestes, queridos Delegados, Secretarios y miembros de los dinamismos de la Pastoral Diocesana, queridos Catequistas y Profesores de Enseñanza Religiosa Escolar, queridas consagradas, queridos todos:

El Señor nos ha reunido, un año más, para la Eucaristía de Inicio del Curso Pastoral y del Envío. La Palabra de Dios, especialmente a través del Evangelio de San Lucas y de la Carta del Apóstol Pablo a Timoteo, nos ha invitado a vivir en la justicia, la santidad y la verdadera religiosidad, desde la fe y la esperanza, y siendo caritativos y misericordiosos. En una palabra: es una llamada a la verdadera conversión personal, y a la conversión institucional y pastoral, como nos viene insistiendo nuestro querido Papa Francisco.

Iniciamos el tercer año de pastoral, tras la celebración de la Asamblea Diocesana, con el lema: “La celebración cristiana”. D. Julián, esta tarde y de forma magistral como él sabe hacerlo, ya nos ha motivado y puesto en la rampa de salida…!Se lo agradecemos de corazón! Desde Vicaría de Pastoral se nos insiste en que “acojamos los sacramentos del Señor, los entreguemos y nos entreguemos, y que, en nuestras celebraciones, desemboquen los dolores, los gritos, los sufrimientos, los gozos y las esperanzas de esta tierra y de este pueblo, y de la entera humanidad”. ¡Por Cristo, con Él y en Él, para la alabanza de su Gloria!”.

Permitidme que, brevemente, os dirija unas reflexiones, a la luz de lo escuchado al Padre Lino Herrero, Misionero de Marianhill, en un reciente encuentro mantenido en Palencia con los Delegados y voluntarios misioneros de la Región.

Estamos llamados a la renovación, a hacer obras en nuestra propia casa, a reformarnos. ¿Para qué? – Para que, como en el misterio de la Transfiguración de Jesús, se manifieste, de forma patente, lo que somos y lo que vivimos. ¡Tenemos que recobrar nuestra más genuina identidad y misión! Necesitamos, si me lo permitís con una imagen del Papa Francisco, “soplar todas la cenizas acumuladas que no dejan ver el rescoldo vivo de fuego, que es Jesucristo y su Buena Noticia”. Tenemos que quitar tinieblas para que brille mucho más la luz.

Ahora bien: para hacer una reforma hay que estar decididos (“las obras nos echan para atrás”), hay que llamar a expertos que nos orienten, y hay que disponer de los materiales adecuados. En nuestro caso, la decisión de conversión, como repetía Santa Teresa, tiene que ser “decidida”. Los expertos que nos acompañen, no pueden ser otros que Jesucristo, los Santos Testigos de la Fe y de la vida cristiana, y los ministros y agentes de Pastoral que, hoy y aquí, el Señor ha puesto en nuestro camino. ¿Y los materiales? – Sobre todo, y ante todo, la Palabra de Dios, La Eucaristía y los demás sacramentos. Si volvemos a reforzar los cimientos, a blanquear las paredes y a pulir los suelos, nuestro edificio interior hará realidad tres “c”: celebración, comunidad y compromiso. Y, añado, con tres adjetivos: sana celebración; comunidad real; compromiso sincero.

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Inauguración curso escolar en el Seminario San Cayetano

img_5070Raúl Berzosa: «No soy pesimista. No puedo serlo. Porque el secreto más profundo de nuestro ser y de nuestra misión no es nuestro sino de Dios: es el Espíritu Santo quien guía nuestros pasos»

Bajo el lema ‘Dios espera algo de ti…deja tu huella’, se ha inaugurado este lunes 19 de septiembre el curso académico 2016-2017 en el Seminario San Cayetano de Ciudad Rodrigo.

En total, 35 alumnos cursarán sus estudios en esta institución en los diferentes cursos que van desde primero de ESO hasta segundo de bachillerato.

El lema elegido para este año tiene que ver con el mensaje que el Papa Francisco envió a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Cracovia el pasado verano y en la que les pedía que se pusieran en movimiento.

Alrededor de la mitad de os profesores de este centro son sacerdotes pero el resto son laicos comprometidos con la institución. Este curso hay caras nuevas y se incorpora como formador Miguel Ángel García y como profesor Javier Oliva.

La inauguración del curso se hizo con la celebración de una Eucaristía en la capilla del Seminario, presidida por el obispo de la diócesis, Mons. Raúl Berzosa. A continuación, se recogen sus palabras:

img_5069Querido Sr. Rector y formadores, queridos profesores, queridos alumnos y seminaristas, queridos padres y familiares, queridos trabajadores, queridos todos:

El Señor nos permite iniciar un nuevo curso académico. Lo hacemos con alegría, a la luz de lo escuchado en las lecturas de hoy, sabiendo, como hemos leído en el libro de los Proverbios, que Dios conoce nuestro corazón en profundidad y “aborrece al perverso”. Sin embargo, como hemos cantado con el salmo 14, “el justo habitará en el monte santo del Señor”. Y, sobre todo, que la razón de ser de nuestro Seminario nos la ha ofrecido el Evangelio de San Lucas: “Somos como candiles o luces para dar luz”… ¿De verdad lo creemos y estamos dispuesto a ello?…

Da la impresión, en estos momentos sociales y culturales, tan complejos e inciertos, que los cristianos (y también los Seminarios) tenemos complejo de ser lo que somos. En lugar de ser luz, nos situamos al lado de las sombras; en lugar de dar esperanza, creamos desazón; en lugar de la fe, sembramos incertidumbres; y, en lugar de amor, ofrecemos rupturas y divisiones.

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Funeral Dña Isabel Santos (Parroquia de San Cristóbal)

Raúl Berzosa: « Sin duda, en momentos como éste es cuando nuestra fe cristiana adquiere todo su valor y su credibilidad»

Queridos hermanos sacerdotes y especialmente querido D. Rafael; queridos familiares de doña Isabel, en particular Isabel, su hija, Felipe, su cuñado, y los nietos Ana y Roberto; queridos familiares, amigos y conocidos de la difunta; queridos todos.

El jueves pasado me llegaba una llamada de D. Rafael: “mi madre está muy malita”. Lo antes que pude fui a visitarla al Hospital de La Pasión´. La besé, le hice el signo de la cruz en su frente, y recé por ella. Parecía que la muerte era inminente. El viernes, volví a visitarla. Y, por fin el sábado por la tarde, recibí la noticia: “El Señor acaba de llevarse a mi madre”. La encomendé a la Virgen de la Peña de Francia y pedí que estuviera ya cerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

¿Qué podemos decir de Isabel? – Una mujer sencilla pero excepcional, criada en el campo, y viuda muy joven. Rafael e Isabel, hija, tuvieron que crecer sin su querido padre Evaristo. Cuando fue al cielo ellos tenían tres y cuatro años. Isabel madre, al frente de una tienda de comestibles, supo sacar adelante a su hijos, con fortaleza, con sacrificio, con honestidad y con mucha fe. Era muy religiosa. Y el Señor la premió llamando a su hijo Rafael al sacerdocio, quien fue ordenado en Valencia, como un servidor, por el Papa San Juan Pablo II, el 8 de noviembre de 1982.

“¿Qué más podemos añadir de una madre como Isabel?” – Me atrevo a recordar y aplicarla la frase que hemos escuchado en el Evangelio de hoy, pronunciada por Jesús al buen ladrón: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso». Sin duda, en momentos como éste es cuando nuestra fe cristiana adquiere todo su valor y su credibilidad. Una fe que, ciertamente, no nos evita el dolor, ni el sufrimiento, o la amargura, a ejemplo de Cristo crucificado, pero sí nos regala un consuelo y una esperanza únicos que nos ayudan a seguir viviendo; porque sabemos que, cuando muere un ser querido, no lo hemos perdido para siempre. La muerte no es final de nada ni de nadie: volveremos encontrarnos un día, en el Dios de la Vida, con una Vida que no tendrá fin.

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Jubileo de la Familia

dsc_0931Raúl Berzosa: «Como familia, tenemos que ayudar con nuestros bienes materiales, pero sobre todo con los talentos que el Señor nos ha concedido»

Queridos hermanos sacerdotes, queridas familias, queridos todos:

Muchas gracias por haber realizado el gran esfuerzo de desplazaros, desde los diversos Arciprestazgos y rincones de nuestra geografía diocesana, para participar en este Jubileo de las Familias. El último de los programados en este año de la Misericordia y que puede ser como el mejor “legado o testamento” de lo que hemos venido celebrando durante el presente curso pastoral.

Dejando las lecturas del día de hoy, me voy a centrar, brevemente, en lo que podemos denominar “Las claves pastorales y “misericordiosas” de la exhortación “Amoris Laetitia”. Por cierto, un documento del Papa Francisco no siempre bien acogido ni entendido.

Comienzo subrayando que los Sínodos sobre la Familia, celebrados en Roma, pusieron sobre la mesa la realidad matrimonial y familiar de hoy, tan compleja como difícil de acompañar. Pero la reflexión de los pastores y teólogos, si es fiel a la Iglesia, debe ser honesta, realista y creativa, evitando dos tentaciones que se repiten: o bien el deseo desenfrenado de cambiar todo, sin suficiente reflexión o fundamentación, o bien la actitud de pretender resolver todo aplicando sólo leyes y normativas generales. Es el Espíritu Santo el que nos lleva a la verdad completa y el que nos invita, en cada iglesia particular, a buscar soluciones acordes con los retos y la idiosincrasia del lugar. Recordemos que, en pastoral, existe lo que San Juan Pablo II llamaba “gradualidad” a la hora de aplicar las normas morales y jurídicas. A lo largo de la historia Iglesia, se han dado dos lógicas: o marginar y rechazar o integrar y acoger. La opción es muy clara: acoger; siempre, acoger. Porque, en las situaciones difíciles o “irregulares” de los matrimonios y de las familias ni todo es bueno ni todo es malo; ni todo es blanco ni todo es negro hay que discernir con espíritu evangélico y con realismo pastoral.

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Santuario de la Peña de Francia

Raúl Berzosa:»Pedimos a la Virgen de la Peña de Francia el mejor y más grato regalo para los padres dominicos: que se despierten nuevas y santas vocaciones»

Muy queridos Padres Dominicos, queridos hermanos sacerdotes, queridos todos, los de cerca (los Diocesanos) y los más lejanos (quienes habitáis estas tierras y los llegados de fuera para este día tan señalado):

Un año más, como una sola familia, la Virgen de la Peña nos ha reunido en este santuario tan hermoso. Para un servidor, es ya su quinto año. Y doy gracias a Dios y a la Buena Madre por esta gracia inigualable. Tengo la experiencia de otros santuarios, como el de La Virgen de las Viñas de Aranda de Duero, la Virgen de Allendel Río de Palenzuela, o la de Covadonga en Asturias. Sin quitar nada a los señalados, en este lugar se respira algo único e irrepetible: el calor de María, la Virgen, y el amor verdadero de todos vosotros. ¡Que no se pierdan nunca y que sepamos transmitirlo a las nuevas generaciones!

En esta ocasión, quisiera destacar dos realidades muy unidas y queridas: por un lado, el 800 aniversario de la fundación de los Padres Dominicos y, por otro lado, la contemplación de la Virgen de la Peña de Francia bajo la advocación de Madre de la Misericordia, en este año Jubilar que estamos viviendo.

La Providencia de Dios dispuso que los Padres Dominicos fueran el alma de de este santuario. No es casualidad porque toda su identidad y misión se puede releer en “clave mariana”. Su Fundador, Santo Domingo, destacó por tres genialidades: primero, la predicación, no “de cualquier forma o contenido” sino “contemplata aliis tradere” (predicando lo que antes se ha contemplado), como la Virgen María que, como expresa el Evangelista San Lucas, “custodiaba en su corazón todo lo que escuchaba de Dios y salía de su corazón, habitado por Dios, lo que decía”. Segundo, tres verbos que identifican la Orden y que son complementarios: “laudare, benedicere, praedicare” (alabar, bendecir y predicar). Así fue la vida de la Virgen María: una continua alabanza, una constante bendición ( siempre un “bien decir de Dios y de los hermanos”). Y, tercero, su gran amor y devoción expresos a la Virgen María, la cual le correspondió con un regalo muy hermoso, ya que se atribuye a Santo Domingo, y a los dominicos, la propagación del rezo del Santo Rosario, que sintetizan los misterios de Jesús y de María. Santo Domingo aparece, en muchas imágenes, a los pies de la Virgen recibiendo de su mano el Rosario. Los dominicos están celebrando los 800 años de su Fundación. Nos unimos a ellos para cantar el Magnificat, por todas las grandes obras que el Señor ha realizado a través de este gran carisma y pedimos al Espíritu Santo que les ayude a hacer realidad el lema tan que han elegido para este evento: “Enviados a predicar el Evangelio”, que es tanto como decir, anunciar a Jesucristo y la Buena Nueva de su Amor, capaz de transformar en profundidad personas y comunidades; tan necesario en este siglo XXI que hemos iniciado.

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