Patrimonio

la fotoEl obispo inaugura hoy viernes la restauración del retablo de Monsagro

El retablo barroco de la iglesia de la localidad de Monsagro ya luce en todo su esplendor. Tras un trabajo de algo más de tres meses, el obispo de la diócesis, Raúl Berzosa, presidió hoy viernes 12 de septiembre, la eucaristía en la que se inaugurará la pieza restaurada.

Se trata de un retablo de madera policromada de unos 350 años de antigüedad, que según Cecilia Herrero, restauradora, destaca porque “la policromía es bastante original, tiene una mezcla de colores atípicos como son el azul, el rojo y los dorados”.

El retablo es de unas dimensiones considerables y el principal motivo por el que se ha tenido que actuar sobre él es porque estaba bastante afectado por los xilófagos, de hecho, la primera parte de la restauración ha consistido en un proceso fitosanitario de desinsectación. Después llegarían la consolidación de la madera que estaba muy debilitada por el ataque biológico; el proceso de limpieza química porque se encontraba muy sucio y oxidado, la fijación de la policromía, la reposición de las partes de materia que faltaban o el estucado general.

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Artículo ‘El Comercio’ de Gijón (30-8-2014)

Raúl Berzosa: «Desde el principio me sorprendió su personalidad arrolladora y emprendedora»

Se me pide, con urgencia, una breve semblanza de D. Carlos. Conocí a D. Carlos en Oviedo, antes de ser ordenado obispo auxiliar por él, en diversos encuentros puntuales a los que acudí como presbítero. Desde el principio, me sorprendió su personalidad arrolladora y emprendedora, su  movilidad y espíritu inquieto, su  cercanía en las distancias cortas y su imaginación. Impuntual a las citas, por necesidad, sabía que las cosas o se hacen de verdad, y con toda dedicación, o no se hacen. Al ser un gran organizador a veces conllevaba el que no se sintieran implicadas  o suficientemente responsables las personas de su entorno. Todo el mundo me decía: “es un Arzobispo emergente; hará carrera”. Él sabía cuáles son las tentaciones que pueden acechar a un obispo y, lógicamente, trataba de superarlas: primera, el no rezar con tiempo y calidad; él trataba de ser una persona orante. Segunda, el no leer o escribir casi nada en profundidad; él trataba de leer para formarse  y  de ser honesto en sus escritos. Tercera, el convertirte en “personaje” público, olvidando que eres, ante todo, persona; él trataba de no perder nunca su profunda humanidad. Cuarta, el hablar de universalidad y, a la hora de la verdad, escuchar sólo las campanas de tu campanario; él trataba de ser católico y abierto a todas las necesidades eclesiales. Quinta, el buscar beneficios personales; él trataba de ser pastor, como quiso serlo en su primera diócesis, Orense. Y, sexta, el decir que quieres a todos y, en verdad, no quieres a casi nadie o, lo que es peor, sólo a ti mismo; mucha gente se sintió realmente querida por él, como así lo demostraron. Además de mis mejores deseos, no le faltará, como siempre, mi agradecimiento y mi oración. Es muy consciente de que servir como obispo en Madrid es servir, también, a toda esta iglesia que peregrina en España, hoy,  con un timonel  muy esperanzador y creíble: el Papa Francisco. D. Carlos, que viene de la gran Diócesis valenciana,  sabrá recoger, sin duda, lo mejor de la herencia del Cardenal A.M. Rouco  y, en un derroche de creatividad y fortaleza, abrir nuevos caminos de evangelización.

+ Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo