Exposición ‘Cervantes, lengua del alma’

P1930116Raúl Berzosa: «Los estudios más recientes no dudan de la fe cristiana y católica de Cervantes»

Buenas tardes a todos: me uno a las palabras de todos los que han intervenido, particularmente en el capítulo de agradecimientos y felicitaciones sinceras. No lo repito, por ser breve. Como obispo, no me corresponde hablar de literatura o de estética y críticas literarias. Más bien daré unas pinceladas de Don Miguel de Cervantes y de su religiosidad[1]. Se pondera el alto nivel de conocimientos universales que poseía. Pero en el aspecto religioso las opiniones se han dividido en dos extremos: por un lado, G. Tamayo de Vargas lo llamó “ingenio lego o inculto religioso”, mientras que José María Sarbilo lo calificó de gran “teólogo”. Además, se ha planteado otra cuestión: “cuando Cervantes trata el tema religioso, ¿es sincero?”… Ortega y Gasset, y luego Américo Castro, hablaron de la “hipocresía religiosa de Cervantes”. Astrana Marín, en cambio, desmiente esa hipótesis. En cualquier caso, parece ser cierto conoció la corriente erasmista o tercera vía entre el catolicismo y el protestantismo. En terminología más actual podríamos decir que era un católico progresista y crítico con la Iglesia, particularmente demoledor de la falsa moral, aunque nunca un rebelde, y no podría ser de otro modo dado el peso y la autoridad de la Inquisición.

Los estudios más recientes no dudan de la fe cristiana y católica de Cervantes. Baste recordar un momento clave de su existencia en el que deseo detenerme y que forma parte de la presente exposición: en 1613 Cervantes ingresa en la Orden Tercera de S. Francisco en Alcalá, y en el momento de su muerte, en 1616, son estos hermanos los que amortajaron a Cervantes con el hábito de la orden. Además la partida de defunción nos atestigua que recibió los Santos Sacramentos, que se mandó enterrar en las Monjas Trinitarias, y solicitó dos misas de alma y las demás de voluntad de su mujer, que era testamentaria. Las crónicas lo narran de esta manera: “Agravándose sobre manera su enfermedad, expiró el 23 de Abril de 1616, acompañado de su esposa y de doña Constanza de Figueroa, doña Isabel de Saavedra, y del clérigo don Francisco Martínez Morcilla. Lope de Vega, al saber la noticia de su muerte, fue a rezar un responso, pues era sacerdote, ante el cadáver del autor del Quijote. Así decía la partida de defunción de Cervantes: “En 23 de abril de 1616 años murió Miguel Cervantes Saavedra, calle del León. Recibió los Santos Sacramentos de mano del Licenciado Francisco Lope; mandose enterrar en las Monjas Trinitarias; mandó dos misas de alma y las demás de voluntad de su mujer, que es testamentaria y el Licenciado Francisco Martínez, que vive allí”.

Los hermanos terciarios de San Francisco, como queda dicho, amortajaron a Cervantes con el hábito de la orden. Fue llevado a la Iglesia de las Madres Trinitarias sin más acompañamiento que el de los mismos hermanos terciarios y dos literatos oscuros y humildes llamados Luis Francisco Calderón y Francisco de Urbina. Cervantes había muerto en la misma fecha, pero no en el mismo día que Shakespeare, pues, como en Inglaterra no se había aceptado aun la corrección del calendario gregoriano, resultó la muerte del dramaturgo inglés el 3 de Mayo. Al siguiente día, que era domingo y 24, los frailes trinitarios oficiaron en el altar, puesto que habiendo ellos redimido aquel cuerpo de las mazmorras de Argel, se adelantaban a ofrecer ahora por su alma el inapreciable rescate del cuerpo de Jesucristo. Terminado el oficio, se dio sepultura al cuerpo. La tierra cubrió el cuerpo de Miguel de Cervantes; rojos ladrillos taparon la fosa. No se colocó en ella lápida, ni inscripción alguna, y así la posteridad ignora aún donde descansan los restos del autor del Quijote. La pesada mano del tiempo, dice un autor, han borrado lastimosamente las huellas de su sepultura. De ahí las dificultades y problemas de meses atrás para encontrar sus restos.

Por nuestra parte, y de buen grado, rezaremos un responso por su eterno descanso. Bien lo merece. Mis últimas palabras, sólo pueden ser una invitación a todos, civitatenses y foráneos, a visitar este evento paradójico: “modesto pero excelente”. Muchas Gracias.

+ Cecilio Raúl Berzosa Martínez, Obispo de Ciudad Rodrigo

[1]Me inspiro en: “Aspectos religiosos en el Quijote», por Mª Dolores Cabello Cobos.