En-clave de misión

¿Qué queda de la JMJ en Ciudad Rodrigo?

Aun siendo verdad lo expresado por nuestro querido Sr. Arzobispo, D. Ricardo, no sólo se organizó la JMJ en Ciudad Rodrigo por ser el punto geográfico “más próximo a Río de Janeiro”, sino ante todo por decisión “estratégica-pastoral” para hacer realidad el lema fijado: “En-clave de misión”. La ciudad permitía ser como un pequeño “laboratorio” de evangelización y de dejarse evangelizar.

¿Mi impresión de la JMJ. Durante estos días?

– La misma, en principio de las presididas por el Papa Juan Pablo II, y que se pueden resumir en tres sentimientos profundos: por un lado, se palpaba la catolicidad y la eclesialidad, en su más estricto sentido de las palabras. Por otro lado, nos encontrábamos ante un verdadero líder de la humanidad, no sólo moral-espiritual. Y, finalmente, te ayudaba el evento a replantearte tu vocación “existencial” y “específica” en la Iglesia. ¡Cuántas vocaciones sacerdotales, consagradas y laicales se descubrieron y se definieron en las JMJ!… Sin duda, el Espíritu Santo fue el inspirador y el gran protagonista de estos inolvidables encuentros.

Bien se puede afirmar, con el aforismo clásico, que “si no existirían dichas JMJ, habría que inventarlas”. El Papa Francisco, ahora, ha continuado con los encuentros de la JMJ. Con su estilo sencillo y humilde, con su personalidad arrolladora, y con la fuerza y atractivo de un hombre verdaderamente “libre y tocado” por el Espíritu, capaz de abrir el corazón y la mente de los jóvenes a la Verdad, la Belleza y el Amor.

¿Qué han deseado transmitir el Papa Francisco a los jóvenes en las JMJ, y cuyo eco nos ha llegado hasta Ciudad Rodrigo?… – Que no tenemos derecho a quedarnos acariciándonos el alma; ni a quedarnos encerrados en nuestras cositas chiquitas. No tenemos derecho a estar tranquilos. Tenemos que salir a hablarle a la gente de la ciudad. Tenemos que salir de nuestra cáscara y decirles que “Jesús vive” para él, para ella. Y decírselo con alegría, aunque uno a veces parezca un loco muy loco.

Cuántos jóvenes pasan sus vidas aturdiéndose desde las drogas y el ruido, porque no tienen un sentido existencial o porque nadie les contó que había algo más grande en sus vidas. Y nosotros, ¿nos vamos a quedar en casa o encerrados en la parroquia o en el colegio o en las sacristías? ¡Cuando toda esta gente nos está esperando! ¡La gente de nuestra ciudad!

La JMJ se nos ha presentado como una nueva oportunidad para desinstalar un modelo cerrado de experiencia pastoral que se reduce “a más de lo mismo”. Queremos una iglesia de puertas abiertas no sólo abierta “para recibir”, sino abierta para salir y ayudar a aquellos que no se acercan a ella, especialmente los más jóvenes alejados. Queremos una Iglesia de verdadera “comunión” y que haga posible “la civilización del encuentro y de la amistad”. Queremos, en resumen, una Iglesia pobre y para los más pobres que sepa, principalmente en estos tiempos, dar mucha esperanza porque, con frescura, nos lleva al mejor tesoro que hay en ella: Jesucristo.

Ciudad Rodrigo no fue el final de un trayecto sino la continuidad de un programa evangelizador compartido “regionalmente”. La llamada “Mesa de Pastoral Juvenil” ha dado un paso muy importante en su consolidación y en su proyección de futuro. La buena coordinación, la integración inter-diocesana de los presentes y la colaboración generosa y desinteresada de todos, hizo posible el milagro de unos días fecundos y que dejaron huella en los más jóvenes. Todo un reto para caminar con una brújula bien orientada.

+ Raul Berzosa, Obispo de Ciudad Rodrigo