Carta del Obispo

Adoración Nocturna 

En Ciudad Rodrigo, algunas noches al mes, sucede un milagro silencioso: un grupo de hombres y mujeres, mientras la mayoría descansamos, oran por nosotros. Delante de Jesús Sacramentado, sin que pidan nada a cambio, nos tienen presentes. Y no sólo rezan por nosotros o con nosotros sino “en” nosotros”. Son los miembros de la Adoración Nocturna.

Junto a los cuatro monasterios de clausura femeninos, y a otros grupos orantes, conforman el corazón que impulsa la sangre de nuestro apostolado y la hace eficaz y universal: llega a todos los rincones. Por ellos, el Señor está presente en la cama del enfermo, en las familias con más problemas, en los jóvenes en paro, en las personas desesperanzadas o hastiadas y, cómo no, en todos aquellos que dan gracias a Dios porque la vida bien merece la pena vivirse.

Jesús, una vez resucitado, sigue encarnado en nuestra carne; sigue vivo en nuestras vidas; continúa en nosotros, sin dejar de ser Dios glorificado y resucitado, historia de nuestra historia y tierra de nuestra tierra. Este es el gran regalo del sacramento de la Eucaristía: ¡Se ha quedado con nosotros hasta el final de los tiempos!

¡Qué pena que su gran regalo no sea correspondido! Don Manuel González, el obispo de los sagrarios, promovió en el pueblo más sencillo la devoción a Jesús en el Sagrario. Cada cristiano tendría que rezar al sagrario de su parroquia para que Jesucristo nunca estuviese sólo. En Asturias, D. Avelino, un párroco octogenario, ha colocado en la entrada de los templos parroquiales un cartel bien significativo: “Aquí está Jesús, el mejor vecino del pueblo. Entra y habla con Él”. Es una gran y gozosa verdad.

¡Gracias, adoradores civitatenses, por vuestro ejemplo y constancia durante tantos años! ¡Gracias por vuestras oraciones! ¡Gracias porque, en la noche, habláis con el Señor en intimidad y sinceridad! ¡Gracias a los sacerdotes que, a veces con mucho esfuerzo, os acompañan! Sé que todos habéis experimentado lo escrito bellamente: “Me hablaron de Ti mis padres; me hablaron de Ti mis libros; me hablaron de Ti los púlpitos; me hablaron de ti los rezos. ¡Tantos me hablaron de Ti! Un día, me hablaste Tú, como sólo Tú sabes hacerlo. Entonces experimenté que eres Todo y Personal; Envolvente y Único; eres Señor, Esposo y Hermano”.

No tengamos miedo a ser adoradores nocturnos. No está desfasado ni pasado de moda. Jesús es siempre actual y también lo son los adoradores. Un buen proyecto para apuntarse al inicio del nuevo curso. La Iglesia vive de la Eucaristía. Él, Jesús, te espera. Escúchale y háblale. ¡Felicidades!