Santa Marta (Residencias de San José de Ciudad Rodrigo y de Funteliante)

Raúl Berzosa: «Podemos vencer todos los peligros y a todos “los dragones”  con la fuerza de Jesucristo y de su Espíritu»

Queridos hermanos sacerdotes, queridas consagradas, queridos residentes y personal laboral y de servicio, queridos todos los que  habéis tenido a bien uniros en este día grande:

Estamos celebrando, un año más, la memoria de Santa Marta. ¿Qué datos más sobresalientes tenemos de ella en los Evangelios y en la Tradición?…

El evangelio de San Lucas narra que, camino de Galilea, Jesús y sus discípulos se acogieron en casa de Marta, que en arameo significa “señora, ama”. Mientras su hermana María, escuchaba al Maestro, ella se afanaba en muchos servicios, practicaba la diakonía, deseando agradar a sus invitados y  sin perder la paz del corazón. De la misma manera, en San Juan, la encontramos seis días antes de la Pascua, sirviendo a Jesús y a los discípulos en una cena.

En el Evangelio de san Juan se narra, además, la resurrección de Lázaro y encontramos la confesión de fe de Marta: “Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que tenía que venir al mundo”. Es muy parecida a la profesión de fe del propio San Pedro.

Hasta aquí los principales datos del Evangelio. En cuanto a la Tradición, en el s. XII se escribe la Vida de Santa Marta, promovida por movimientos de laicos que valoran la vida activa sin menospreciar, por ello, la dimensión contemplativa: así, los humillados, los franciscanos y los dominicos. Se cuenta que ella, junto a Lázaro y María y el beato Máximo que los había bautizado, fueron expulsados de Palestina y llegaron a Marsella. En las orillas del Ródano San Marta venció, amansándolo con agua bendita y atándolo con su propio cinturón, a un dragón llamado Tarasca. Se quedó allí Marta, fundando un monasterio de ascetas y haciendo muchos milagros. Desde el s. XII se celebró su fiesta en la octava de María Magdalena, como deseando complementarse, una vez más, “la contemplación y la acción”, en la vida cristiana y eclesial.

¿Qué lecciones prácticas sacamos para nuestra vida, a la luz de Santa Marta? – Lo primero, como ella, tenemos que poner al servicio de nuestros hermanos todos nuestros bienes materiales y los dones que el Señor nos ha concedido. Es lo que el Papa Francisco viene llamando “la cultura de la acogida y del encuentro”.

Lo segundo, como verdaderos diákonos o servidores, sentirnos activos y corresponsables en la Iglesia del Señor. También afirma el Papa Francisco que el distintivo de los cristianos es el “servicio”, porque “quien no sirve, no sirve para nada”. Todos, desde el día Bautismo y como regalo del Espíritu Santo, tenemos carismas, ministerios y funciones al servicio y edificación de la única Iglesia.

Y, tercero, no tener miedo al diablo ni a las tentaciones; podemos vencer todos los peligros y a todos “los dragones” (espíritus malignos), con la fuerza de Jesucristo y de su Espíritu, que se nos regala en los sacramentos.

Estamos celebrando la Eucaristía. En ella se reflejan las virtudes de Santa Marta, a saber, acogida, servicio y ser alimento y “viático” para seguir luchando contra el mal y el maligno en el camino de la vida. Que el Espíritu nos transforme, como al Pan y al Vino, y a la propia Santa Marta, en hombres y mujeres nuevos para la Iglesia que hoy necesitamos y para transformar, desde el Evangelio, el mundo de hoy. Que así sea.

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo