Leído el 5 de agosto de 2013

En la Misa-Funeral de D. Ignacio María Domínguez 

Queridos todos, especialmente María Nieves e hijos:

Me enteré del fallecimiento de D. Ignacio María, ayer por la tarde. Inmediatamente fui al Tanatorio “Virgen de La Peña de Francia” a rezar por él y a dar Gracias a Dios por una existencia tan longeva como fecunda.

Las leyendas sobre las flores resumían lo que había sido la vida de D. Ignacio María: empresario querido y respetado; político emprendedor; y hombre de la cultura, de las letras y de la música. Sin olvidar su sólida formación Humanista en Comillas.

Como es notorio y conocido, en los primeros meses del presente año, tuve la dicha de trabajar conjuntamente para la publicación del libro de poemas “Encuentros”, de su querido amigo y sacerdote, D. Jesús Nieto. En su presentación, en el mes de Mayo, casi vino a expresar como Simeón el “Nunc Dimitis”: había cumplido una promesa que le inquietaba. Y, como él me repetía, “hay que hacerlo ya porque quién sabe lo que me queda de vida”.

         Dando gracias sinceras a la familia numerosa de D. Ignacio María y, como reconocimiento sincero y sencillo, copio precisamente lo escrito por él como póstumo homenaje a su amigo D. Jesús Nieto, que por cierto falleció también en el mes de agosto del año 1984: “Como amigo del alma recojo, de tu rica herencia, la parte de esperanza que me corresponde y la antorcha luminosa que me transmites “para hacer del camino de los hombres, avenidas de luz y de exigencias”. Por todo ello, una vez más, ¡gracias! Y ya sin lágrimas, con un ¡hasta luego! Te envío, envuelto en una pobre oración, mi último abrazo”.

Por motivos pastorales, como ayer comuniqué a su familia, no puedo estar presente hoy en la Misa-Funeral. A esa misma hora, estaré celebrando en otro lugar de la Diócesis y aplicando la intención por él.

Descanse en paz, D. Ignacio María. Que todos juntos nos volvamos a ver un día en el cielo. Así sea. Mi bendición para todos.

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo