Catequesis

Homilía a los catequistas en la parroquia de San Pedro y San Isidoro de Ciudad Rodrigo

(25-1-2013)

Queridos hermanos sacerdotes, queridos catequistas, queridos todos:

Nos hemos reunido para celebrar la memoria de uno de nuestros patronos, Enrique de Osó, coincidiendo, además con la Fiesta de la Conversión de San Pablo, el gran catequista y evangelizador.

No quiero deciros muchas palabras porque lo que nos sobra a los catequistas son precisamente palabras. En este año de la fe me vais a permitir que comparta con vosotros lo que hace unos días tuve que responder para la Hoja Diocesana de la Diócesis de Segorbe-Castellón. Seguro que es lo mismo que cada uno de vosotros hubieseis respondido. Nada nuevo y, por lo mismo, recordemos las palabras de San Ignacio: «No el mucho saber o la mucha novedad llena el alma, sino el gustar de las cosas esenciales internamente». Que el Espíritu nos haga, hoy y aquí, gustar de estas cosas esenciales para nuestra misión.

Como si fuesen preguntas y respuestas de un catecismo, así respondí:

¿Qué mensaje quiere transmitir en el Encuentro que mantendremos con Ud en febrero?

Sin duda, lo que se puede leer en Porta Fidei (n.7): «redescubrir la alegría de creer y la belleza de la Fe». Recuerdo, en este sentido, dos frases. La primera,   atribuida   a   Peguy:   «Si  los   cristianos   no transmitios alegría y esperanza, retiraos; no tenéis nada que ofrecer». Y, la segunda, a Dovtoievski: «Los cristianos decís que creéis en el Resucitado y todos tenéis cara de Viernes Santo».

¿Cómo se puede definir la fe para alguien alejado de la Iglesia?

– Tan sencillo como ésto: no es creer en «algo» sino en «Alguien»: Jesucristo. Y no sólo «seguirle» (que eso lo hacen todos los fieles de otras religiones con sus religiones) sino «configurarnos con Él». Por eso, suelo repetir, que fe es ver con los ojos de Jesús, sentir con
su corazón y hacer con sus manos. Lo que San Pablo escribe en Gálatas 2,2: «Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí».

¿Ypara un católico practicante?

–   Lo mismo que lo anterior, pero con un añadido: la fe hay que transmitirla; no reservársela para uno mismo. La fe es como el agua: sí no corre, se estanca y muere. Y, para transmitirla, ha que vivirla con coherencia 24 horas al día en todos los ambientes.

–   ¿Por qué es buena la fe para mi vida?

–  Por lo que viene repitiendo el Papa Benedicto XVI: porque la fe es todo un arte de vivir. ¡Vivir «en» verdad y «de» verdad! No es lo mismo una existencia con y en Jesucristo que sin Él. La mayor enfermedad de nuestro tiempo es desconocer este arte de Vivir: desde Jesucristo y, en Él, para los demás.

¿Cómo y porqué hace la fe un mundo mejor?

–  Sencillamente, volviendo a hacer de este mundo, lo que Dios soñó para Él: un hogar universal en el que todos somos hijos de un mismo Padre y estamos llamados a peregrinar hacia otro mundo definitivo; comprometiéndonos a dejar este mundo mucho mejor de lo que le encontramos al nacer. Todo ello con la fuerza del Espíritu Santo. Porque, en el cristianismo, todo es don y esfuerzo; gracia y libertad.

Finalmente, ¿Cómo profundizar mi comprensión y vivencia de la fe?

– Cuatro claves o cuatro puntos cardinales; formar la fe (para eso está el Catecismo); orar la fe (desde la Palabra de Dios); vivir la fe (siendo parte de una comunidad cristiana viva); y transmitir la fe (de evangelizado, convertirme en evangelizador).

Hermanos y hermanas; gracias por vuestra misión. Gracias por vuestra entrega y generosidad. Gracias por vuestro ejemplo de vida y por vuestra superación constante. Gracias por ser servidores de esta Diócesis que os quiere y os mima. Ahí están vuestros Delegados, como ejemplo, tan diligentes y tan dedicados a su misión. Mucho ánimo.

Que María, la mejor Catequista que nos lleva a Jesús, nos bendiga y nos conceda las gracias para revitalizar nuestra Fe en este año tan especial y en el que la Iglesia espera tanto de nosotros. Amén.

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo